Reflexión 02/09/2024: Sobre mi blog

 Hola, ¿por qué todo tiene que ser tan complicado? 



Parte 1: Complicado

Los seres humanos tendemos a hacernos las cosas más difíciles de lo que son; siempre tenemos pensar en que nada va a ser fácil y actuar en consecuencia a esa creencia. Pero, sobre todo, no podemos poner normas fáciles en la sociedad. No. Las normas sociales -no escritas- necesitan ser difíciles de entender y ejecutar, siempre con alguna trampa. Y claro no podíamos no incluir estas normas en las redes sociales.

Parece sencillo, ¿no? Subes contenido -creado por ti, ah, y de forma continuada-, interactúan con otras personas -incluso aunque no las conozcas- y repites la operación una y otra vez. Parece fácil. 

Pues no. No lo es.


Parte 2: Crear contenido

De entrada, de por sí crear contenido propio es difícil. Al inicio, cuando las redes sociales eran un mar de vídeos de gatitos (con pequeñas pinceladas de vídeos de libros, reacciones, vídeos sobre la vida de la gente y demás), era relativamente fácil crear contenido exclusivo y nuevo. Tampoco había mucho, todo estaba empezando. Con el incremento de redes sociales y de usuarios, el tema es ya más complicado. Hay que tener en cuenta que muchas personas llevan desde la época de los gatitos y han hablado de muchos temas. Conseguir crear un perfil que se centre en algo y contarlo de una manera totalmente diferente y novedosa es muy difícil: requiere de estar actualizado cada día del contenido que se crea, sobre todo del que es similar al tuyo; hay que pensar en un nombre, en dar una imagen determinada, en un logo... Y ya si metemos el vídeo: guion, luz, planos... Lleva tiempo todo eso. Y, mientras tanto, hay que mantener una vida, un trabajo -porque, seamos sinceras, no se puede vivir solo de las redes sociales-, tener hobbies... 

Conclusión: en vez de ser humanos, hay que ser robots multitarea. 


Parte 3: Los haters

Pero bueno, pongamos que se hace todo eso, que se trabaja al máximo, que se consigue tener un montón de seguidores, pues en este escenario hay que enfrentarse a las críticas -en muchos casos injustificadas- de personas que no saben del tema, que aprovechan el anonimato para juzgar y menospreciar el contenido de otra persona. Y eso hay que aguantarlo porque nos hemos olvidado del verdadero significado del derecho a la libertad de opinión. Todo el mundo tiene una opinión y no todas las opiniones son válidas; y tampoco todas las formas de opinar. Si el contenido tiene un error, está hablando de mentiras, pseudociencia, etc., está bien mencionarlo, de manera respetuosa y sin insultar. Sin embargo, hasta el contenido más objetivo se critica así que... Hay que aguantar a los haters, que ahora gracias al anonimato pasan a ser más fuertes que nunca, aunque siempre hayan existido en nuestras vidas.

Y, por último: el algoritmo. El maldito algoritmo. 


Parte 4: El algoritmo

El algoritmo es el resultado de la conjunción de todo lo anterior. Todo el mundo sabe cómo funciona y todo el mundo sucumbe a él de una manera u otra. El problema no radica en las redes sociales porque, desde siempre, han existido formas de exposición pública, aunque con menos alcance global. Los seres humanos hemos puesto una careta frente a la sociedad para encajar en sus normas -que todas hemos decidido, de forma silenciosa, aceptar, a pesar de no estar de acuerdo- y luego mostramos nuestro auténtico yo en la intimidad. Las redes sociales solo han dado mayor visibilidad a esto. Han proporcionado un espacio donde las personas puedan enseñar su táctica para encajar en la sociedad: viajes, modas, estilos de vida, temas de actualidad, pensamientos políticos... Todo una farsa, claramente, pero una farsa necesaria para perpetuar esas normas no escritas y con las que ninguna persona se siente identificada. Pues el algoritmo son esas normas, creado para recompensar a las personas que siguen su reglas y castigar a las que no. ¿Creas contenido?, ¿interactúas?, ¿tocas temas de actualidad?, ¿muestras un estilo de vida a la moda?, ¿tienes muchos amigos? Serás muy visible. De lo contrario, estarás en la sombra.

Para triunfar en redes sociales debes jugar a ese juego. Y yo ya era mala jugando con las normas en la sociedad. Las redes sociales aun se me dan peor. Prueba de ello es este blog: apenas con seguidores, apenas lo leen. Quizá ni gente de mi entorno cercano lo hace. Podría decirse que soy un desperdicio, un despropósito, porque no me ve nadie, no soy conocida. 

Nunca he sabido cómo hacer amigos, así que no sé cómo ganar seguidores. Bueno, sí lo sé, pero prefiero no esforzarme en ello. La razón es sencilla: no entiendo las normas, ni las acepto. Me parecen ilógicas. Me agota, en todos los sentidos, vivir en base a ellas. ¿Por qué tengo que matarme a crear contenido y mantener al día el resto de aspectos de mi vida? ¿Por qué tengo que tener un blog con miles de seguidores para que sea de calidad y exitoso? ¿Por qué tengo que trabajar cada maldito segundo de mi vida sin poder descansar? Y, después de todo, ¿tengo que aguantar a personas sin criterio que juzgarán todo lo que hago?

No lo entiendo.

Este blog empezó como algo terapéutico y ha ido convirtiéndose en un pequeño proyecto donde escribir sobre lo que pienso, sobre lo que imagino y lo que conozco del océano. Y si no gusta, no es mi culpa. Yo seguiré con la misma filosofía: primero va mi vida, mi salud mental y mi descanso. Si quiero crear contenido de calidad, necesito tiempo para pensar, para planificar. Y a veces eso no se tiene. A veces yo no lo tengo.

Esa es la conclusión a la que quiero llegar: no voy a cambiar mi dinámica, ni mi estilo. El blog seguirá, al menos por el momento, como hasta ahora. Habrá 4 entradas al mes -o no- con sus respecticos posts y hablaré de lo que yo considere y como considere. Y si eso me lleva a no tener visitas, ni a ser visible, me parece bien. Estoy cansada de pensar en cómo tener cientos de seguidores en vez de pensar en cómo crear contenido de calidad.

Y así damos comienzo a esta nueva temporada en El Baúl de la Mente. 

Hasta dentro de una semana con una nueva entrada,

TheWriter.


Comentarios

  1. Anónimo9/02/2024

    Hola, en mi humilde opinión, creo que es una decisión meditada y muy positiva para tu vida y tú salud mental. Todo son modas, todas pasan, las seguimos como borregos. Creo que has decido lo mas importante y es se tu misma. Auténtica. Bravo

    ResponderEliminar
  2. Muy buena reflexión. Aceptar (o no) participar en este circo es una decisión difícil, aunque un@ ya conozca las consecuencias al hacerlo.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

¿Qué es una DANA?

Reflexión 18/10/2021: Cambios