Reflexión 18/05/2024: Belleza
Comencemos a reflexionar:
Hoy
estaba en YouTube, como cada día, buscando algún vídeo sobre cualquier cosa
interesante y que no supiera para pasar el rato. En recomendaciones me ha
aparecido uno, al que me arrepiento de haber cliqueado, porque no puedo
sacármelo de la cabeza, y juro que siento náuseas cada vez que pienso en él. Se
trataba de una “práctica de belleza” que no ha dejado de realizarse hasta hace
poco, final de la Segunda Guerra Mundial, en China, a las niñas de entre dos y
seis años que les duraría durante toda su vida: los pies de loto.
Resumiendo, la técnica consiste en romperles el pie
para evitar su crecimiento y que se mantuviera en torno a los siete centímetros. La razón era sencilla: estética. Empezó en las bailarinas de clase alta en el siglo X, y se
extendió a todos los estratos. Se creía que los pies pequeños (y tan pequeños)
eran bellos. Prácticas como esta se han ido
haciendo a lo largo de los años y en las diferentes culturas, y que siguen
haciéndose, para que las mujeres -hombres también, aunque en menor medida- encajaran en unos estándares de belleza y, así, en la sociedad, tener una pareja y toda la ristra de cosas que ya
conocemos. Y en la mayoría de los casos, estas prácticas atentaban contra de la
salud.
El vídeo me ha hecho reflexionar. Ahora
mismo me siento una de las personas más afortunadas del mundo. Primero, por
nacer en un país donde puedo gozar de una buena educación y sistema de salud
pública, donde he tenido todas mis necesidades satisfechas incluso caprichos;
por nacer, además, en una buena condición social, por la gente que me rodea; pero
sobre todo porque estamos en un siglo de cambios. Cambios, porque es indudable la vuelta de tuerca que
está dando nuestra sociedad, ya desde inicios del siglo anterior, pero sobre
todo ahora: libertad. Libertad de
expresarnos, de no tener miedo por lo que pensará el resto, ni cómo nos mirarán ni
si nos excluirán por gustarnos unas cosas u otras, por si encajamos o no en unos estándares.
A lo largo de la historia ha habido
diferentes modelos de cuerpos, diferentes modelos de belleza. Si repasamos los ideales de belleza a lo
largo de la historia veremos cómo se consideraba que los cuerpos más gordos eran bonitos. Durante la época victoriana, en las posguerras, cuando la
mayor parte de la población vivía en la pobreza, por supuesto los que tenían
los medios para subsistir no los escatimaban y estaban gordos. En otros
tiempos, hace apenas cuarenta años, durante los setenta, los cuerpos eran
delgados, muy delgados. Según lo que las clases altas hacían, así quedaba estipulado como norma estética. No obstante, en todos los periodos, hay una cosa que no ha salido de la cabeza de los que proclamaban lo que era o no bello: la proporción áurea o número de oro.
Si giráis la cabeza veréis el número de
oro por todos lados: en la mesa, en el sofá, en los cojines, en la televisión,
en las ventanas, en el móvil y en nosotros. Porque el número de oro no deja de
ser un número que aparece al hacer una proporción entre dos segmentos. Cuanto más cercano es el resultado al número de oro, más estéticamente atractivo es eso que medimos.
Estamos basando la
belleza en torno a un número, algo matemático, carente de carácter y personalidad,
de sentimiento. ¿Entonces eso es la belleza? Apenas una proporción. Algo que justificamos querer alcanzar porque es bonito, a nivel visual, porque atrae. Para ello utilizamos todo tipo de técnicas y prácticas dejando a un lado la propia salud.
Una vez oí una definición filosófica sobre qué era la belleza,
qué era algo bello: todo aquello que provocara un sentimiento, una emoción. Comprendí el significado de esta frase hace algunos años: vivo en un sitio donde prácticamente no hay mucha vegetación y sin embargo una
persona extranjera, cuando vio mi paisaje, me dijo que era
precioso, y yo solo veía matorrales marrones. Quizá mi paisaje natal no encajara en el estándar de lo que puede considerarse "bonito", pero a los ojos de una persona totalmente extraña a mi tierra, era bello. Porque le provocaba algo nuevo, distinto a su paisaje. Tal vez para mí sea hermoso un bosque verde frondoso, pero para la persona que lo ve a diario tan solo es un bosque.
Las modas son pasajeras, muchas no nos
permiten tener salud. Para qué intentar seguirlas. Por qué querer tener el
cuerpo de un modelo que seguro tiene una dieta muy distinta a la nuestra y una
vida con una cantidad de estrés, deporte y trabajo muy diferente a la nuestra.
Por qué no vernos al espejo y vernos bien, estéticamente bien, solo por como somos, con más o
menos grasa, más o menos altos, piel morena, piel clara, ojos marrones o
azules, o de diferentes colores, con las manos más grandes y los pies enanos,
con un tatuaje en el brazo o en la espalda… Pero siempre con salud, para
sentirnos bien y al menos que de verdad podamos decir eso de “al menos tengo
salud”.
Creedme, todas somos bellas, cada uno a
nuestra manera.
Porque la belleza es más que una proporción, es más que una serie de características físicas en las que encajar porque las clases altas lo dicen. La belleza es emoción, es sentimiento. Y las personas que amamos y que nos aman nos verán bellas, porque les producimos cariño y ternura. Eso es lo que ha de contar.
¿Creéis que la belleza es algo objetivo o subjetivo?
VERDAD, TODO LA VERDAD Y NA DA MAS QUE LA VERDAD,....LA BELLEZA SE LA CREE UNO MISMO, SIEMPRE QUE SE ACEPTE COMO ES
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