Una Nueva Última Oportunidad (I)
Alguien alguna vez comenzó a contar
una historia sobre princesas atrapadas en torres y caballeros que luchaban
contra dragones para rescatarlas. Luego se sumaron piratas que surcaban los
mares a bordo de impresionantes barcos; entonces entraban en juego las sirenas,
criaturas bellas, a veces pintadas como dulces y delicadas y otras como
monstruos que mataban a los marinos. A medida que avanzamos en la historia,
siempre ha habido personas en cuya imaginación se han desarrollado las batallas
más largas y sangrientas, así como heroicas; malvadas madrastas que, celosas de
sus bellas y jóvenes hijastras, harán lo que sea para evitar que obtengan su
final feliz; alguien llegó a imaginarse una isla llena de niños que se cayeron
de los carritos cuando eran bebés y nadie los pedía; trols, hadas, sirenas,
brujas, dragones, mandrágoras, elfos, duendes, hadas oscuras, espejos mágicos,
manzanas envenenadas, dioses, héroes, demonios, ángeles; el Cielo y el
Infierno, el Origen y el Fin del Mundo.
Todo lo que podamos imaginar, cada
cual más maravilloso y extraño que lo anterior. Es curioso el hecho de que
tantas culturas hayan tenido prácticamente las mismas ideas, que hayan narrado
historias tan parecidas con personajes tan semejantes… Lo que me hace
preguntarme ¿verdaderamente se trata solo de creatividad, o hay algo más?
Cuando era pequeña oía y creía toda
clase de historias, de cuentos y leyendas. Soñaba con ser una princesa como
Cenicienta y bailar hasta las doce de la noche con mi Príncipe Azul -aunque lo
más seguro es que mis padres no me dejaran quedarme hasta tan tarde por aquel
entonces. Incluso podemos decir que aún espero tener una biblioteca como la de
Bella, a quien se la regaló Bestia, quien resultó no ser más que otro príncipe
al final. Un “y vivieron felices y comieron perdices” siempre estaba en mi
mente. Ahora que he crecido, las historias se han convertido en algo menos
fantástico. Un mundo de teorías y conspiraciones, de incógnitas. Textos
bíblicos, filosóficos; testimonios relatando estrambóticas e inimaginables
experiencias. La imaginación ya no es solo la princesa atrapada en la torre, ya
no es mi “felices para siempre”, ya no. ¿Cuánto sabemos de la realidad y cuánto
no? Escritos perdidos en el tiempo que me hacen preguntarme, dudar, de lo que
sabemos actualmente, de si quizá no existirá un mundo oculto a nuestros ojos;
un mundo donde todo es posible, incluso lo imposible. Más allá aun, ¿son tal
como nos fueron contadas esas historias? ¿Verdaderamente Maléfica era maléfica?
La biblioteca de mi ciudad es
extremadamente extraña. Tiene tres pisos; en la planta baja están los libros
“rosas” como yo los llamo, porque cuando pienso en los cuentos de fantasía y
aventuras que muchas veces en mi infancia leí y disfruté, me viene a la cabeza
el color rosa. Luego en la primera planta están los libros más amados y temidos
por todo adolescente: novelas románticas (y algo tóxicas), distopías (que ahora
me pregunto si más bien no serán meras predicciones de lo que se nos viene),
fantasía juvenil, como vampiros que brillan al sol, y bueno luego pues están
esos tomos que mejor no tocar nunca: los libros de texto. Bibliografía para los
trabajos del colegio, del instituto, de la universidad… ¡Yiu! Cada vez es peor.
Por último está mi sección favorita: magia. Realmente no se llama así. Se trata
de una planta entera dedicada a tratados sobre la magia antigua y modernas,
artes ocultas, libros sobre brujería, manuales de astrología o geomancia,
traducciones del árabe y el latín; también hay libros de historia, más técnicos
y “científicos” que los acompañan. Contrario a lo que las personas puedan
pensar, no es tétrico, no es misterioso ni oscuro; no pasan cosas extrañas por
la noche ni se oyen ruidos fantasmagóricos; solo es otra planta más.
Sin embargo, para mí, es el lugar
donde dejo volar mi imaginación.
Como siempre no hay nadie, excepto
la mujer que se encarga de la planta en este turno. Entro silenciosamente, la
saludo y me dirijo a mi sitio favorito de lectura: se trata de un sillón enorme
y muy blandito cercano a una de las ventanas. Es muy bonito porque tengo vistas
al parque botánico de la ciudad, ya que da al norte, no como el resto de
ventanas de este edificio que dan al sur, lo que es muy curioso; o sea, en qué
momento a un arquitecto se le ocurre este diseño. Pero es especial. Pocas
bibliotecas serán como esta.
Dejo mis cosas y procedo con mi
ritual de elección de libro. No suelo pensar mucho, tan solo me paseo entre las
estanterías, buscando algo; no sé lo que es hasta que lo encuentro. Muchas
veces es rápido, otras más bien debo volver a casa, un poco decepcionada, ya
que no he podido ver nada, o más bien sentir. Un escalofrío, una sensación de
color, una corriente de agua, algún ruido raro,… Una señal que me indique que
ese es mi libro de hoy. Además, es una lectura por día, es decir, un tomo:
estos libros, concretamente, no se pueden sacar de la biblioteca ya que muchas
veces son ediciones limitadas, de coleccionista, donadas por familias muy
antiguas. Verdaderamente pareciera que cada libro tiene vida propia.
Hoy parece ser uno de esos días en
los que debo pasearme varias veces entre las estanterías para encontrar lo que
busco. Nada me llama. Decepcionado, vuelvo a mi sillón. Ruth, la bibliotecaria
de la planta, que ya me conoce después de tanto tiempo, se acerca a mí.
-¿Hoy tampoco has encontrado nada?-
me pregunta con una sonrisa.
La miro y niego. Y es que no ha
sido solo hoy. Llevo días que no siento nada, como si los libros se hubieran
callado.
-Quizá ese algo aún no ha
llegado para ti.
Niego de nuevo. Hoy sentía que por
fin habría un libro esperándome. Suspiro.
Le pregunto a Ruth si por casualidad no tendrá algún tomo interesante.
-No creo, cielo. Aún no hemos
recibido la nueva donación- responde ella alejándose y perdiéndose entre las
estanterías. Aunque tampoco hay mucho que hacer en ese sitio ya que nunca va
nadie…
-¡He encontrado algo!- grito de repente
entusiasmada. Ruth exclama “disfruta” con una voz en la lejanía.
Se trata de un libro, olvidado,
sobre una mesa. Hay una nota: “Pág. 250-Cr.”. Cuando le doy la vuelta para leer
la portada mis ojos se abren de repente y quedo completamente asombrada. La
Biblia, ¿en serio? ¿Por qué este libro? Pero como todo, guiada por una
curiosidad inusitada, abro el tomo y busco la página 250. Hay un dibujo. Es
Lilith, la demonio atribuida al pecado capital de la lujuria. Mas en este caso
es diferente. Siempre la veo representada como una mujer hermosa, altiva, con
un rostro sombrío y una sonrisa macabra, lista para atacar, seducir, matar. En
el papel está representada de otra manera, sonriendo con … ¿ternura?; mirando
hacia algún punto lejano, al lado de un árbol, mitad florecido y mitad muerto,
parece. Tiene dos largos cuernos que se enroscan en su fin, la piel es oscura,
con cabello moreno y brillante. Ojos penetrantes, que recuerdan a cómo una
mujer mira a su persona amada. Piernas muy peludas, como de cabra, quizá, mas
no se representa el final. Y una fina tela blanca que tapa de alguna manera su
pecho. Es hermosa. Hechizante. Vibrante. Junto a su retrato hay una nota. Son
títulos de libros, entre los que se encuentra el Corán, la Torá y otros libros
sagrados, como los Sutras hinduistas, incluso más antiguos todavía, como la Teogonía
de Hesíodo. Gracias carrera de Historia.
-¿Qué significa todo esto?-
susurro, como esperando que mágicamente Lilith me responda.
Luego hay otros libros anotados;
libros de brujería, magia, de filosofía, de ciencia incluso, de mitos y
leyendas.
Bien, acaba de despertar mi vena
curiosa. Ahora bien, ¿por cuál empiezo?
Pero pronto obtengo la respuesta.
Tras el dibujo de Lilith (cómo caben tantas hojas en ese espacio tan pequeño)
hay un pequeño texto desplegable, titulado con el nombre de “CRIATURAS”.
Comienzo a leer, sin más.
<<Hace miles de años, incluso
antes de que existiera el universo, la Nada inundaba todo. Para imaginarnos la
Nada, el famoso autor Michael Ende, en su obra, La historia interminable, la
describe como, justamente, “nada”. No es algo negro, no es algo sólido, ni
líquido, ni gaseoso, ni plasma. Solo es nada. En este no-espacio surgió la primera conciencia. Una energía. Algo que
podría crear más cosas. Sin embargo, su formación no puede narrarse con ninguna
lengua viva de nuestra Tierra conocida ni del resto de planetas y galaxias
habitadas.
Esta energía era fuerte, era
grande. Creció rápidamente hasta abarcar casi toda la Nada. Y empezó a crear.
Generó un espacio; mientras se arrastraba dejaba una estela de todo lo que ella
era: masa, gravedad, espacio, como la física terrestre nos describe.
Su creación fue grandiosa. Hoy en
día lo conocemos como universo, mas hay una parte que nunca pudo tocar: ese
trocito de NADA que se reusaba a ser conquistado.
La energía creadora nunca se
detuvo. El no-espacio era extenso, ilimitado, a veces incluso se expandía, o
eso parecía. Sin embargo, en un momento, todo se detuvo, lo cual es irónico, ya
que no existía el tiempo, solo el espacio, y no hay forma de medirlo ni en
unidades cronológicas terrestres ni universales. La energía creadora se
concentró tanto que explotó. No es el famoso Big Bang, no os equivoquéis. De la
explosión surgieron varias cosillas: más planetas y estrellas, nebulosas,…
otras ya creadas murieron por la fuera derivada y se formaron los agujeros
negros, según la etimología terrestre usada en este libro. Y luego nacieron
unas formas de conciencia, que hoy en día diríamos que semblaban humanos, pero
más bien son estos propios los que se asemejan a ellas, a las Criaturas. En sus
estadios más tempranos eran cosas difusas, pero con conciencia, parecida a la
humana. Viajaron por el creado espacio, a la vez que la energía primigenia
volvía a unificarse tras la explosión, tomando también forma, conciencia y
poder.
Pasó mucho ‘tiempo’ (NA: para que
los humanos puedan entenderlo se adapta la traducción de la definición original
a su idioma, aunque se especifica entrecomillado ya que no es literal), hasta
que la energía creadora se conformó completamente, como otra Criatura más,
mientras se desplazaba por el espacio, el “universo”. Los humanos llamarían a primera
energía ‘Dios’, atendiendo a la cultura religiosa específica incluso podemos
hablar de ‘varios dioses’. La Criatura de la Creación o solo Creación, que así
la llamaremos de aquí en adelante, quedó en un lugar determinado, habitando
junto con el resto de sus compañeras. Para ese ‘momento’ ya se habían
desarrollado materias de todo tipo, como el agua o la ‘materia oscura’ (NA: los
humanos la han descubierto recientemente y aún no conocen qué es; para otros
pueblos del universo esta ‘materia oscura’ es común en variados y simples
usos); pero también energías y fuerzas.
Posteriormente, mientras la
Criatura de la Creación perfeccionaba sus dominios, dejando al resto como sus
ayudantes, se consolidarían dos nuevas energías, poderes, que los humanos
llaman como “Bien” -materia ordenada- y “Mal” -materia no ordenada. También
pasaron mucho ‘tiempo’ hasta que dos criaturas consiguieron entender (NA:
usando el significado más ‘filosófico de la palabra) estas materias y hacer uso
de ellas, quedando para la ‘eternidad’ nombradas Criatura del Bien y Criatura
del Mal (NA: de nuevo teniendo en cuenta que esto es una
traducción-interpretación de la lengua original). De su segregación nació, ya
que es una buena forma de describirlo, una forma diminuta de criatura. Los humanos
lo denominarían “bebé”. Una vez alcanzado el tamaño natural de los suyos ya
podía controlar ambas materias, ordenada y no ordenada. La llamaremos la
Criatura de lo Neutro.
Y fue por el mismo ‘instante’, la
Criatura de la Creación había conseguido construir la que sería su “mayor
creación”, según palabras de la misma. Depende de la religión y/o la cultura
y/o ciencia terrestres, hay diferentes versiones. De las más conocidas, y que
se comparte en los libros sagrados de tres grandes religiones terrestres
basadas en esta idea de “Dios único y verdadero”, es la “Creación”, por la cual
este Dios crea, valga la redundancia, como los humanos dirían, la Tierra, con
su luz y oscuridad, y demás seres, para finalizar con Adam y Eva, los primeros
humanos. La ciencia humana, por otra parte, “ha demostrado” que esta visión no
es demostrable y nada certera, siendo así, en un principio, y junto con su
teoría del Big Bang, que los seres humanos evolucionaron de lo que ellos
denominan “organismos microscópicos y unicelulares”. Por supuesto ninguna
versión puede llegar a ser cierta en ningún caso, mas quizá el cerebro
antrópico no esté preparado para comprender cómo verdaderamente surgió, por
tanto me tomaré la libertad de resumirlo y usar la jerga terrestre más simple: la
Creación, a imagen y semejanza de las criaturas, hizo, en distintas partes del
universo, diferentes formas de ‘vida’, es decir, materia ordenada y desordenada
moldeada, junto con aplicaciones de fuerzas y energías para el funcionamiento
de la misma. Entre muchos planetas y galaxias, una de ellas, y la que nos
concierne en este libro, es la Galaxia de la Vía Láctea, Sistema Solar y
planeta Tierra (NA: se trata de los nombres dados por los propios humanos). En
esta Tierra, la Criatura de la Creación creo dos figuras, con semejanza
corpórea a la de sus compañeras, basándose incluso en ella misma: una
completamente un reflejo de la Creación y la otra un deseo de su
imaginación. Les permitió elegir su nombre, siendo esta la forma más sencilla
de explicar la creación de las letras, no humanas, sino universales y
primigenias. De esta manera quedaron, la primera, con el nombre de Adam, y la
segunda, Lilith.
Ninguna podía ni controlar ni
dominar ningún elemento, materia, energía o fuerza. La Creación decidió
llamarlos “humanos” (NA: esta palabra terrestre tiene múltiples traducciones a
su vez). La Criatura de la Creación, cansada, decidió “dejar de moverse”, mientras
las demás continuaban con su labor, vagando por el espacio. No hay que olvidar
que en todo ‘momento’ el no-espacio continúa ‘existiendo’. Pues entre ambos, el
universo y la Nada, nació algo extraño. Me temo que en este punto los humanos,
ni ningún otro ser universal, tiene palabras en su lengua para determinar y
comprender lo que era. A menudo ni las propias criaturas son capaces decir qué
era eso. A nivel de la física terrestre, no era una energía, materia, fuerza,
tiempo, ni cualquier otra magnitud. Filosóficamente, como dirían los humanos,
se podría acercar a la definición de “libertad”, más exacta. En sus primeros
‘instantes’ este algo era muy poderoso ya que parecía no amoldarse a las
nuevas normas del espacio; ninguna Criatura podía dominarlo, ni entenderlo, aun
las Criaturas del Bien y del Mal, ni aquella de lo Neutro. Pero lo que
determinó que nunca se pudiera conocer ese algo fue que la propia
Creación, siendo la que más abarcaba, no conseguía atraparlo.
Fue durante ‘mucho tiempo’ causante
de líos y caos, que hasta aquel momento nunca se habían oído tales definiciones
(NA: muy acertada la palabra humana “caos” para describir lo que era). ‘Caos’
de hecho es una divinidad de una de las religiones de la Antigüedad humana,
origen del resto que surgieron posteriormente. Y, además, entre estos líos
empezaría a acortarse el universo, como llamado por la Nada, para morir en su
propio nacimiento, lo que los humanos llaman como “tiempo”. Las criaturas
empezaban a ‘sentir’, algo característico de los humanos. La Creación ‘se
enfureció’, por primera vez (NA: ahora que el concepto de tiempo se ha
inventado, podemos establecer un orden cronológico, como los humanos dirían).
Los humanos de la Tierra acogieron
este algo de forma distinta a las criaturas, así como al resto de seres.
De alguna forma, este algo despertó algo en Adam que lo hizo detestar a
la Creación, por su gran poder y fuerza como energía. ‘Envidia’ lo llaman los
humanos.
La única que parecía entenderlo era
Lilith. Caracterizada por nunca mostrar un atisbo de saber comunicarse con el
lenguaje que usaba Adam, ni la propia Creación, y vivir apartada de todo cuanto
concerniera a las criaturas, fue capaz de ‘hablar’ con este algo. Esto
la llevó a comprenderlo a tal punto que el algo permitió que Lilith le
pusiera nombre y fuera su “guardiana”, lo que le confirió la capacidad de
usarlo como la Creación usaba sus poderes.
Por esos entonces, lo que habíase
creado en un inicio era completamente diferente al espacio actual.
Lilith se alzó entonces como la
Primera Criatura del Amor.
Y fue “amor” como llamó a ese algo.
Caótico, sin normas. Dominaba el resto de poderes de las Criaturas ya que fue capaz de
comprender las materias, fuerzas y energías,… Mas nunca usó los poderes de la
Creación, a pesar de que los comprendía, puesto que ella admiraba a la
Criatura. Su cuerpo, en su cercanía, temblaba suavemente y algo palpitaba
fuertemente. Y lo más importante: la Creación comenzó a sentir esto mismo por
Lilith.
Ahora entramos a lo que es uno de
los mayores errores de interpretación humana: el destierro de Lilith.
Hay que comprender que el amor no
se ajustaba a las normas. Hacía lo que le daba la puta gana -usando una
de las vulgares, pero exacta, expresiones humanas. Lilith se enamoró de la
Criatura de la Creación, olvidando su “esposo” Adam, para el cual había sido
creada. El enamoramiento es recíproco o no es, por lo que la Creación se
enamoró de ella. Desde aquí, todo es triste. Adam, en su envidia por no poder
ser tan poderoso y amo del universo como lo eran la Creación y Lilith, y en su
odio porque su “esposa” no sentía eso por él, porque no podía ser “suya”, como
le había dicho la Criatura de la Creación, violó a Lilith, brutal y salvajemente.
Mas esto no fue lo que terminó por destruirla.
Cuando la Criatura del Amor huyó
lejos, entre temblores y fuertes chillidos que hicieron explotar algunas
estrellas, Adam convenció a la Creación que su amada lo había engañado con él,
usando su cuerpo para obtener placer, placer sexual claro, un retozo del amor,
algo muy pequeño, para luego abandonarlo. Desde ese instante, la Criatura de la
Creación odió a Lilith con toda su conciencia, ya que a pesar de intentar
encontrarla, no lo logró; y cuando ella misma volvió para darle una
explicación, su amante la despachó fácilmente, sin razón válida.
Lilith nunca juró otra venganza que
la de controlar el placer sexual de los hombres que de Adam surgieran, usándolo
como arma, tal cual él había hecho con ella. Su nombre fue rápidamente asociado
con la lujuria. La locura. El caos. Algo carnal. Básico. Instinto. Brutal.
Se olvidó del resto del amor, a
pesar de que este seguía de su parte pues Adam nunca respetó la libertad de la
Criatura Lilith, y menos de la Creación. Nunca se la volvió a ver, hasta que
mucho tiempo después ocupó su trono en el Infierno (NA: de esta manera lo
entienden los humanos), donde gobernaría a todos aquellos ayudantes de la
Creación, “ángeles”, que hubieran decidido amar, algo que la Creación les había
prohibido. Fueron llamados “demonios”, que se encargarían de torturar a los
humanos, a los cuales odiaba Lilith, por ser descendientes de Adam, aunque no a
todos verdaderamente, pues había una profecí…
-¡NO!- grito enseguida.
NO HAY MÁS PAPEL. LO HAN ARRANCADO.
-¡NO!- vuelvo a gritar.
¿¡Qué profecía!? Necesito saberlo.
Y hay más cosas…. Venga, no pueden dejarme así…
-Arggg.
Dejo el libro sobre la mesa.
Desesperada lo miro como si de repente fuera a hablarme y explicarme toda la
profecía, pero NO.
-Cielo, ¿qué sucede?- Ruth de
repente está a mi lado, lo que casi me da un infarto, tan absorta estaba en mi
historia.
La miro unos momentos… ¿Ella
sabrá…?
-Ruth, ¿tú por casualidad sabes qué
son las criaturas?
Me mira extrañada. Frunce el ceño.
-Sí. Las estudié- por qué presiento
que me está mintiendo y las conoce por algo más que por el estudio-. ¿Qué
querrías saber?
-La profecía- suelto sin más.
Ruth toma aire hondamente y lo
suelta lentamente, como preparándose para algo importante.
-Con esto quiero suponer que sabes
cómo se creo el universo y las criaturas, que conoces la Criatura del Amor…-yo
asiento enérgicamente. Que vaya al grano-. Bien. Una vez Lilith fue desterrada
y la Creación estaba muy débil por su tristeza y dolor, algo que incluso lo cansó
más que hacer todo el espacio- Adam aprovechó para tomar parte de su energía
que, combinada con su odio, usó para tomar el control de la Tierra y maldecir a
Lilith con la esterilidad. Sumió a los seres terrestres en el desprecio, la
desconfianza, la violencia. La Creación al verlo intentó solucionarlo, mas Adam
era muy fuerte, por lo que solo pudo castigar en muerte a aquellos que en vida
no hubieran sido buenos, mandándolos a ser torturados por la propia Lilith y
sus demonios. No obstante, antes de caer rendida, antes de que todo poder
abandonara su cuerpo, la Criatura del Amor, cambió el decreto de Adam: cada
momento que la Tierra lo precisase, una nueva Criatura del Amor surgiría, más
fuerte que la anterior, para acabar con Adam, y así llevar el amor completamente
al planeta. Mas solo pudo determinar que serían siete veces. Como son siete
pecados capitales, siete chacras, por ejemplo.
-¿Y sabes si…?
-Nadie sabe si es verdad o no. Pero
se dice que esas criaturas serán mujeres, humanas cuyos actos destaquen por
encima de cualquiera, que nazcan en momentos extraordinarios de la historia de
la humanidad -alucinada me hallo-. Además- añade levantándose, ya que la
campanilla de la puerta ha sonado- cada criatura cambiaría en algún rasgo
físico a la anterior para que Adam no sea capaz de reconocerla. Y dicen que
solo las sacerdotisas del Templo de la Criatura del Amor, cuyo paradero podría
ser el de cualquier edificio sagrado actual, son capaces de reconocerlas, pero
todas serán hermosas, de una belleza sinigual. La última criatura podría ser
completamente lo opuesto a Lilith.
-¿Y tú crees que…
Ruth se va, dejándome a media
pregunta. Me levanto y la sigo por los pasillos. ¿Tan grande es la biblioteca?
Entonces la veo: una mujer rubia, no muy alta, de piel pálida. Saluda
alegremente a Ruth y le pregunta algo que desde mi posición no logro oír. La bibliotecaria
me señala. La mujer gira su cabeza hacia mí y por primera vez veo sus ojos
azules, como el mar cuando el cielo no es claro pero tampoco está nublado. La
mujer me sonríe. Tiene una sonrisa bonita. Todo ella es hermosa. Se acerca a mí
lentamente. Siento que la conozco de algo, pero… >>.
-¿Podría prestarme lo que estabas
leyendo, amor?- me pregunta dulcemente.
Yo asiento. Mecánicamente la guío
hasta mi rinconcito donde leía. Recojo todo y se lo entrego. Ella me da las
gracias y se va. Su andar es ligero. Se despide de Ruth y se va.
-Ruth,
¿tú crees que…?
Hmmmm. Extremadamente interesante como propuesta cosmogónica fantástica. Me alegra ver que no se te ha oxidado la imaginación. Los puntos suspensivos del final me matan 😬😬
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