Bullying
Hola, hoy hablaremos del bullying.
Qué cosa tan a la boca de todos y, por desgracia, tan sufrida.
Lo
que es “cosa de niños”, o que dicen que “si le das una hostia desde el momento
uno ya no te vuelve a molestar”. Porque claro, te molestan. ¿No? Es decir, te
molestan porque… porque. Porque sí. También suelen decir que “eso es culpa de
los padres que no educan a sus hijos”. Que no educan… Curioso es porque los
padres son los primeros sin educación. Pero lo que más gusta sobre el bullying
es cuando en los comentarios ante cualquier publicación del tema ponen caritas
tristes, o “pobrecito el niño que no se merecía eso”, o ya incluso en los
instantes más radicales, “pobre angelito descanse en paz”. Me hace mucha gracia
leerlos, porque luego yo me pregunto: y esta gente que escribe estas cosas ¿será
la que luego dirá que son cosas de niños? ¿La que luego mira para otro lado
cuando este problema sale a relucir? ¿La que no escucha a sus hijos cuando
muestran un ápice de dolor emocional por ello?
¿Las
que lo sufrieron? O ¿las que lo han hecho sufrir?
De
entre todas las personas de mi vida, podría que todas menos unas (contadas con
los dedos de una mano) han sufrido bullying. Pero no sé nada de cuántas admiten
haber hecho bullying. Eso es lo triste.
Y
por supuesto, yo no iba a ser menos y aquí estoy ahora escribiendo porque esta
mañana esta herida se ha abierto y ha sangrado. Y necesito hacer que pare así
que vamos a ver si soltando un poco de lastre… No sé. A ver qué pasa.
Tengo
23 años. Y siempre me he hecho una pregunta: ¿por qué yo?
Sufrí
bullying en el colegio, como mucho niños y niñas. Quizá porque era algo
diferente, quizá porque parecía una víctima fácil para aquellos niños en cuyas
casas no hubiera un buen ambiente. Quizá solo porque sí. No estaba gorda, al
contrario, incluso no llegaba al peso medio. Quizá me hacían bullying por ser
muy delgada. Porque te lo preguntas: ¿por qué yo? ¿Qué tenía yo de especial?
¿Qué me hacía diferente? Buscas en ti la razón de todos esos años de burlas, de
acoso, sea físico, emocional, o ambos. ¿Por qué esas personas se metían
contigo?
No
se equivoquen ustedes pensando que el bullying es una burla que luego se
devuelve, o una pelea de dos niños que luego vuelven a jugar. Es mucho más. Es
un hábito. Día a día, o semana a semana, las mismas personas buscan una víctima,
muchas veces ya la fichan para todo el curso, todos los años. Empieza de forma
muy sutil. Una burla sobre el aspecto, sobre algo que ha hecho en clase, un
chismorreo. Y entonces eso crece, como una bola de nieve cuesta abajo. La burla
del aspecto es entonces una crítica incesante a tu cuerpo que te hará vivir con
inseguridad sobre ti mismo casi toda tu vida. El chismorreo luego se convierte
en una especie de discurso en tu contra que saca a relucir características
malas, que parece que tienes pero que verdaderamente se han inventado. Y te las
crees. Porque te preguntas si todo eso que dicen de ti es cierto. En el recreo
te excluyen, a veces de forma directa y otras más discretamente, pero de alguna
u otra, terminas encontrándote solo en una punta del recreo. Y como estás solo,
y así pasas los días pues ya dicen de ti que eres raro, que eres antisocial,
que por eso no te relacionas. Empiezan de alguna manera a volver toda la
historia hacia a ti, a decirte que tú eres el culpable de lo que te pasa. Y los
profesores… Les dan la razón. ¿Quién te defiende? Si tienes suerte, tus padres
lo harán. Si tienes un poco menos de suerte, tal vez solo uno de ellos, y si
ya… en fin. Ya sabéis cómo acaba.
En
mi caso, recuerdo a muchos adultos, incluyendo mi padre, que decían que era una
niña muy tímida, que le gustaba poco socializar. Recuerdo incluso burlas suyas
respecto a mi timidez. Como si yo lo hubiera elegido, como si lo pasase bien
teniendo esa inseguridad y ese miedo a conocer gente. Repito: ADULTOS. Adultos que
se regían por el código social de ser extrovertido y social de tener unos
intereses únicos, de no salirse de un esquema porque entonces eres raro, no
perteneces al grupo. Y seguro que a muchos de esos mismos adultos les hicieron
bullying una vez. Y hoy en día cargan con eso aún, y nunca tuvieron la
oportunidad de preguntarse si quizá sus acosadores estaban equivocados, y por
repiten patrones. Por miedo. Luego padres dicen que el bullying es cosa de
niños pero en realidad es cosa de adultos. Un bebé no nace queriendo acosar y
vejar a niños, un bebé hace como una hoja en blanco, en la cual quienes
escriben son sus padres. Y es que para ser padre es necesario MUCHO MÁS que
solo querer serlo. Hay heridas, todos las tenemos, y si no están curadas,
podemos hacer daño a la siguiente generación.
Soy
parte de lo que muchos adultos han llamado como “la generación de cristal”, la
que se molesta por cualquier cosa. Me parece que la generación de cristal son
esos adultos que tienen miedo a decir que no están bien, que necesitan sanar;
son aquello que siguen pensando que sus hijos necesitan X cosa, que no quieren;
son aquellos que llaman “cosas de niños” a algo que les ha marcado a ellos como
a nosotros, y que desde luego tiene MUCHA MÁS importancia que una simple burla.
Cuando
pienso en mi caso, tengo la foto de una persona grabada en mi cabeza. Hoy día
no sé nada de ella, desde que cortase todos los lazos con esa parte de mi
historia. Pero tal vez sea la hora de retomar ese pasado y encararlo. Porque hakuna
matata no es siempre válido, ni bueno para afrontar situaciones.
Este tema es muy fácil de hablar pero difícil de tratar. Cada caso tiene un cariz diferente, pero lo más importante es cortarlo desde el minuto cero, y para ello, la persona que lo sufre debe decirlo a su entorno más cercano, y sobre todo a sus padres. Este es el inicio de que este problema no vaya a más y comience a solucionarse. Sin embargo, si el problema no se corta desde la raíz trasciende y llega a enconarse produciendo graves daños en la sicología de la persona. Nadie puede ayudar a una persona así, si no conoce ese trance y, más aún cuando te preguntan y lo escondes. No creo que se hagan bromas con este tema. Quizás esa persona que dices, también tendrá algo que decir.
ResponderEliminarCreer que no se la puede ayudar es justo perpetuar el bullying. Una persona que lo sufre lo dirá, quizá no con palabras pero lo hará, otra cosa es que el entorno entienda el mensaje. Y no tiene por qué decírselo a sus padres si con ellos no tiene confianza
EliminarNo estoy de acuerdo, la visibilidad de este asunto pasa porque se dé publicidad a la misma por parte de quién lo sufre. Y su entorno más cercano es el primer apoyo importante para comprenderlo.
ResponderEliminarSu entorno más cercano puede no ser siempre un buen apoyo. NO podemos exigir a estas personas contar todo lo que les pasa. Hay que darles su espacio y ofrecerles confianza a que se abran, y lo harán cuando quieran. Un psicólogo antes de tratar cualquier tema te pregunta si quieres hablar de ello. Y es que es así: por mucho que queramos ayudar el primer paso lo han de dar ellas, y a veces el acecho constante a ver si lo cuenta no ayuda para nada.
ResponderEliminarEs un tema muy delicado y cada caso exige un tratamiento diferente pues cada persona lo vive de forma diferente. Sin embargo, si desde fuera se percibe y se le ofrece un apoyo, una ayuda profesional es cuando la persona debe decidirse a abrirse y probar a dar el paso de dejarse ayudar. Y esto es precisamente lo que perciben los padres de las víctimas del bullying. Precisamente porque son los que más cerca están y los que conocen cómo es y cómo ha sido antes de sufrirlo. La pena es que no ocurre así. Pero todos los padres quieren ayudar a sus hij@s, y más, en estos casos. Lo que hay que hacer es dejarse ayudar y no esconderse en si mism@ y echar culpas a quiénes más te quieren.
ResponderEliminar