Reflexión 10/05/2022: sobre las lecturas obligatorias
Buenas noches a todo el mundo que haya decidido pasarse por aquí para otorgar un poquito de su tiempo a esta lectura,
Hace poco estaba yo hablando con mi compañera de pensamiento, Deborah, sobre este tema, ya que fue ella quien primero criticó la existencia de las lecturas obligatorias. Hoy yo he visto una noticia en El Mundo sobre que en la Comunidad de Madrid han vuelto a poner clásicos como lecturas obligatorias en las aulas.
Pregunta definitiva: ¿acaso la lectura habría de ser obligatoria?
Y es que hay una especie de cliché entorno a todo esto: la gente que no lee es inculta, no sabe escribir, no llegaría a nada. Hasta el punto en que muchas veces se presume de leer: “yo leo”. Dicho con total orgullo y ego. Primero de carrera en mi facultad, mi profesor de Geología: “A ver cuántos nos hemos leído al menos un libro en el último mes; seguro que, si lo pregunto, nadie, o casi nadie, levantaría la mano”. Segundo cliché, consideramos “libros buenos” solo los que tienen mucho texto, son muy gordos y tienen muchas palabras técnicas y con significados complejos. Aquellos escritos sobre “temas filosóficos”. No es gente que lee aquella cuyo género favorito es el fantástico o la ciencia ficción, o aquella a la que no le gustan los clásicos. No. Eso son personas que no conocen el verdadero arte de la lectura.
Y está claro que la mejor forma
de enseñar a las personas lo bonito que es leer es metiéndoles una lectura
obligatoria, cuando tienen un montón de deberes que hacer, exámenes que
estudiar, encima en un sistema educativo que solo valora la nota; problemas
personas, que no se pueden resolver fácilmente porque a lo mejor para ello hay
que echar mano del psicólogo y “los jóvenes no tienen problemas, para qué vas a
ir tú al psicólogo, ¿es que estás loca?”. Y si a esto le sumamos el tipo de
libro que se obliga a leer… recordémoslo: un libro del que nadie ha oído a
hablar nunca, a no ser que sea un clásico de la literatura española
-véase El Quijote, La Celestina, Luces de Bohemia, El Lazarillo de Tormes- libros
que están escritos en el español de la época, con las referencias sociales de
entonces, así que hay que leerse la historia más la explicación de la historia,
es decir, el doble de tiempo. Además libros que no tratan temas actuales que
muchos jóvenes tienen en mente y les encantaría leer, el tema del bullying, por
ejemplo, tan, por desgracia, a la orden del día. Porque se entiende que las
noveles juveniles no hablan en absoluto de cosas importantes y no aportan
cultura. En cambio una novela de hace 300 años seguro que enseña muchas más
cosas a los alumnos, ¿verdad?
Por otro lado, no es que sea solo
un libro por curso, o al trimestre, no. Eso sería jugar fácil y es
preferiblemente pedagógico agobiar aún más a los estudiantes con un libro por
asignatura y por trimestre, o dos. Uno para inglés, otro para castellano, otro
para la lengua cooficial, otro para filosofía, etc. Porque los jóvenes de hoy
en día son unos vagos que no hacen nada y hay que mantenerlos ocupados con un
montón de deberes sinsentido, unos exámenes nada justos y donde encima no van a
ver reflejado su trabajo y su esfuerzo y un buen puñado de libros que no les
van a enganchar a la lectura, sino que les harán aborrecerla.
Fin.
TheWriter
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