Cómo no escribir un libro

 Buenos días, tardes, noches, o lo que sea el tiempo,

Hoy voy a hacer algo distinto…



He terminado un libro, que tenía mucha ilusión de empezar, perooo luego leí la primera página y ya todo eso pasó. No hay estructura, hay faltas de ortografía, incoherencias, dramatización en los diálogos y la acción… Y es por eso la importancia de la revisión, la edición y la organización. Es normal que la primera versión de una novela, relato o cuento sea horrible, o medianamente fea, sobre todo si somos escritores primerizos.

Sí que es cierto que cuando uno escribe luego cuesta leer lo que ya se ha dicho, porque hemos cambiado desde entonces, porque hemos cometido muchos fallos, porque al final parece que somos malísimos. Claro, eso es parte del proceso de escribir, y ni los premios Novel de literatura son perfectos y crean manuscritos que relucen en su prosa. Ni de coña.

Sin embargo, creo que hay una serie de mínimos que habría de tenerse en cuenta cuando uno escribe.

¿Cómo no escribir una novela?

Primero hay una necesidad básica de conocer algo de ortografía. Cuándo se escribe vaya, valla; o halla y haya. Saber cómo va el tema de las tildes es esencial, sobre todo para diferenciar entre palabras que se escriben igual. Son conocimientos de la ESO, y aun así hay veces en que nos confundimos, pero no pasa nada porque podemos consultar gratuitamente en la página de la RAE o incluso preguntarles por redes sociales. Luego sí es verdad que hay temas más complejos de los que todos dudados aun los leamos cientos de veces, por ejemplo, cuándo se pone guion, raya, guion largo, etc. Pero estas normas hacen que podamos entendernos entre los que hablamos español. Hoy en día muchos editores de texto cuentan ya con un corrector ortográfico, para cosas básicas, e incluso si indagamos, no tan básicas.

En segundo lugar, todo texto ha de tener una coherencia. La coherencia se ve en el uso de conectores de tiempo y lugar, en la situación de la acción; no se puede empezar un capítulo sin situar la acción, dónde, cuándo, quiénes. En el seguimiento de la acción: tiene un comienzo, una continuación y un final, y un porqué. No se puede empezar a describir una situación así porque sí, sin un antecedente. Yo cuando leo cosas así me quedo confusa. Me falta información. Por qué ahora sacan que el hijo es de la criada y no de la esposa... No tenía ningún antecedente, no me habían dicho que tuvieran rasgos en común, o que la criada lo hubiera mimado cuando era pequeño...

Hay otra cosa que tiende a cometerse cuando empezamos a escribir, y no solo novelas, sino libros, o incluso decimos en presentaciones más formales: el uso excesivo del pues y los pronombres demostrativos. NO. No, por favor, y os lo dice alguien que cometió este error y cuando he releído el texto es la mayor tontería del mundo. Lo hacemos para que suene más “culto” pero, sinceramente, un texto culto usa más insultos que esas palabras. La variedad, los sinónimos, los conectores, la estructura de las frases y la conexión entre ellas, el uso de los signos de puntuación, una estructura coherente… Eso es lo que hace que un texto o una presentación se vea como algo… “culto”. He leído libros con más insultos que parecen más serios que este último.

Pero además de todo esto, hay algo más. Porque todo esto es algo intuitivo: hay que escribir para transmitir ideas claras, para que la otra persona entienda el mensaje, una buena comunicación. Sin embargo, hay dos cosas que para mí, están por encima.

La escritura, igual que cualquier arte, no puede dejar cabida a que el miedo oculte el resto de las emociones cuando se trata de un trabajo donde debes conectar con tus sentimientos tan profundamente. Se nota mucho cuando un autor no transmite bien las emociones, ni la trama. Es como si estuviera desconectado de su obra.

Tampoco podemos escribir con miedo porque luego no leeremos, por temor a esos errores e incoherencias: hay que aceptar la imperfección de la obra y el cambio constante de la misma. Seguro que muchas versiones de muchos libros que hemos leído tendrían personajes que nunca llegamos a conocer, o tramas que nunca vivimos. Igual que en las películas: cuántas veces hemos visto los bocetos de los personajes de Disney que han cambiado desde la primera perspectiva hasta el lanzamiento de la película. Y aun así, puede que algunos no estén bien planteados del todo.

Vamos que errores hay y habrá.

No podemos escribir una novela con el miedo a cometer todos esos fallitos, porque entonces nunca escribiremos nada.

Pero tampoco podemos escribir una novela creyéndonos impecables en la prosa, versados en vocabulario y expertos en ortografía y gramática porque, seamos sinceros, no somos catedráticos de lengua española.

Si un autor cree que su libro no va a tener incoherencias, el lector se encontrará después con una dificultad al leer. Asimismo habrá tras sin resolver, hechos sin explicar… Y sobre todo lo que más me da rabia a mí: los diálogos. En el libro que me leí los personajes solo sabían interactuar a base de exclamaciones, con una cantidad de estructuras sin sentido, con frases inacabadas. No, así no. No podemos creernos tanto que escribamos una historia superficial, porque entonces el trabajo de completarla es del lector, y eso no es así.

En conclusión, un libro no es una conversación en la vida real ni es solo escribir. Es mucho más. Hay que transmitir un mensaje, con toda la falta de la imagen y del lenguaje no verbal. Debemos conectar con lo que sentimos, porque se trata de emociones, de crear unos personajes que viven, que respiran, que son humanos; pero también se trata de crear toda una historia, con acciones presentes, pasadas y futuras, donde los personajes interactúen, donde los conozcamos, donde reaccionen ante situaciones,… Y todo eso requiere de mucho más que solo escribir: hay que involucrarse. Creemos mundos, dibujemos a los personajes, hagamos árboles genealógicos y estructuremos todo un nuevo idioma; informémonos de todo hecho necesario, de detalles de la historia; llevemos un cuaderno con anotaciones sobre la historia.

No tengamos miedo de involucrarnos en la escritura.

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