Reflexión 23/06/2023: Todos ríos desembocan en el mar

 Buenas mañanas, tardes o noches,

Hoy es un día para reflexionar. Además, creo que el título no puede ser más acertado para el tema que voy a tocar: la muerte de los cinco tripulantes del submarino Titán. 



Empezamos por un repaso de la situación: cinco hombres se embarcaron el pasado domingo 18 de junio. A partir de las dos horas, aproximadamente, se perdió el contacto con el submarino. Eso alertó rápidamente a varias unidades y desde entonces se ha desplegado un abanico de recursos para lograr localizarlos. Hay que decir que no es fácil conseguir la ubicación de un objeto que se desplaza a cientos de metros en profundidad, en el océano, y que además no tiene wifi. Es muy complicado, y es aterrador. Para las personas que tienen talasofobia, como yo, unido a la claustrofobia no habría peor pesadilla posible. 

El submarino contenía oxígeno para una cantidad determinada de horas, y el tope expiró ayer en la noche. Así que se les ha dado por muertos. Por los restos que han encontrado del submarino, se cree que pudo haber una implosión por las elevadas presiones del exterior. Se habla de una muerte súbita... Yo no sé exactamente qué pasó y no es relevante para reflexionar sobre la experiencia. 

Lo que me interesa de verdad es la controversia que ha trascendido. Para localizar a estas personas se han involucrado varios países, desplegando una cantidad tremenda de recursos humanos y económicos. Sin embargo, junto a esta estampa que parece tan humana, tan empática, tenemos otra imagen: pateras con decenas de migrantes escapando de sus hogares y sufriendo las consecuencias de deshidrataciones, ayunos larguísimos e incertidumbre a la muerte. Y no se les ha dado tanta importancia como a estas cinco personas. Claramente esto ha llamado la atención de todo el mundo, que critica duramente el hecho de que no se ayude a los migrantes pero se llore desconsoladamente la pérdida de cinco millonarios. Se juzga el hecho de que el dinero puede con todo, y que el ego y la temeridad lleva a este tipo de personas a embarcarse a situaciones estúpidas y fácilmente evitables. Casi se diría que se está justificando su muerte. Casi se diría que hay quienes se alegran de que les haya pasado, como un castigo a un niño que se porta mal.

¿Y qué pasa con todas aquellas personas que deciden subirse a las montañas rusas más peligrosas del mundo? Si alguien muriera en una de ellas, ¿diríamos lo mismo? ¿Justificaríamos su muerte y juzgaríamos su forma de divertirse? 

Y ¿qué me decís de esas personas que tienen que volar cada día por trabajo? ¿También las castigaríamos porque no han sido responsables y han usado el tren? ¿Y si el tren sufre un accidente? 

¿Criticaríamos a esa persona que fuma por morir de cáncer de pulmón? ¿A quien hace deporte y se lesiona por hacer un mal movimiento? 

Qué fácil es señalar, qué fácil es juzgar y criticar, sobre todo cuando las víctimas son personas "distintas" a nosotras; en este caso, gente rica. Clasismo a la inversa. Y justificaríamos que no es del todo malo porque los malos son los ricos. La gracia: no hay diferencia. Lo real: hipocresía. 

Los seres humanos, ricos o pobres, tenemos la manía de desafiar a la muerte por voluntad propia. Los migrantes que huyen de sus países en busca de mejores condiciones también hacen cara a la muerte, muy a sabiendas de que van a morir más que a sobrevivir al viaje. De que serán criticados cuando lleguen al país de acogida; o de que algunos serán deportados. Sin embargo, las personas que suben a la montaña rusa bromean incluso sobre que algo vaya mal; son temerarias. Y si hay un fallo técnico, se prepara una demanda y felices. 

 La reflexión es que nos creemos invencibles por pertenecer a ciertos países "más desarrollados", por tener tecnología, por tener las necesidades básicas cubiertas... Y creo que ya va siendo hora de aceptar que NADIE escapa a la muerte. Un virus en 2020 nos hizo levantar la cabeza de nuestro ombligo para ver que no somos inmortales, que, por mucha tecnología que hayamos creado, un virus puede acabar con un porcentaje alto de la población con una rapidez temerosa. 

Así que, en vez de juzgar por A o por B, en vez de criticar a los países, en vez de decir <<que se lo merecían>> quizá sea más interesante mirarse a uno mismo y reflexionar sobre lo que ha pasado.

TheWriter.

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