Reflexión 07/10/2023: "Hidden Figures", las mujeres que fueron calculadoras y el premio al silencio
Buenas, hoy toca reflexión.
Hacía ya tiempo que no subía algo así. El caso es que estaba leyendo Hidden Figures y una frase, o bueno, una idea repetida a lo largo del libro me rondó por la cabeza: las mujeres negras que trabajaron para la NASA (NACA hasta 1958) no "se quejaron" o "no hicieron tanto ruido".
Empecemos entonces.
Para quienes no conozcan esta historia: durante la II Guerra Mundial el Comité Asesor Nacional para la Aeronáutica (NACA) contrató a mujeres negras para "funcionar" como calculadoras humanas para los ingenieros. Eran tiempos de guerra, la mano de obra masculina estaba en el campo de batalla y la necesidad de aviones de combate era cada vez más alta. Mejores aviones implicaban más cálculos, más física, más ingeniería. Hay que tener en cuenta que no había ordenador ni grandes calculadoras programadas. Así que el NACA pensó en las cientos de miles de profesoras de matemáticas (negras y blancas) y empezó a contratarlas. Había una jerarquía: ingenieros, matemáticas blancas y luego negras. Estas mujeres lograron contribuir al fin de la guerra, a la carrera aeroespacial y la llegada del ser humano a la Luna.
Así que, claramente, estamos ante una historia de lucha contra el machismo y el racismo de la época de la segunda mitad del siglo pasado. Mujeres y negras a las que se les negaba ser ingenieras aunque tuvieran la misma experiencia y estudios que un hombre. Y ser ingeniera de cargo no era lo mismo que ser matemática, ni en el sueldo ni el prestigio. Hay un momento muy curioso en que una de las protagonistas desea entrar a una reunión, y no es que se lo nieguen, es que se encuentra con que "las mujeres nunca han entrado" y de eso se hizo una norma no escrita.
Mary Jackson, Dorothy Vaughan y Katherine Johnson son las tres protagonistas de la historia. No obstante, se nombra a otras grandes mujeres como Christine Darden. Todas ellas contribuyeron de una u otra manera a la NASA, a la llegada a la Luna y a más: estudios bastante complicados de describir, y eso no viene al caso, pero pondré algunos ejemplos al final de la reflexión. Quizá de las tres, la más conocida es Katherine Johnson por sus cálculos sobre los vueltos orbitales que pusieron las misiones del Apolo en los titulares de todo el mundo. Sin embargo, Mary Jackson fue la primera mujer negra en ostentar el cargo de ingeniera en la NASA. Y ambas se sostienen en los hombros de Dorothy Vaughan, quien entró como calculista a la NACA en 1943 y allí permaneció aun cuando llegaron las primeras calculadoras programadas con mayor capacidad de trabajo que una persona. Una historia que contribuyó sin duda alguna a la lucha contra el racismo.
A lo largo de este libro suele indicarse que muchas de estas mujeres fueron constantes en su lucha por ser tratadas con el mismo respeto y reconocimiento que sus iguales hombres, pero siempre desde una posición más silenciosa. Una de las computistas quitaba cada día el cartel, en el que determinaba "Personas de color", de la mesa de la cafetería. Una pequeña rebelión, de nuevo silenciosa. Las mujeres hicieron cuñas y siempre se mantuvieron orgullosas de sus trabajos y trataron a los demás como ellas consideraban que debían tratarlos: con la igualdad que ellas mismas se merecían. Pero no hay un gran momento de manifestación, no hay pequeñas revoluciones y protestas como las que organizaban las personas afroamericanas en aquella época. No, todo se consiguió con continuidad en la práctica del trabajo y el respeto. No hubo quejas directas, ni "pataletas".
Mi reflexión es la que sigue a continuación: hemos terminado odiando las manifestaciones y las voces altas, sobre todo de las luchas contra las desigualdades. Rechazamos la ocupación masiva de espacios (figuradamente hablando) y premiamos a aquellas personas que luchan "en silencio". Lo veo, por ejemplo, cuando muchas personas (mayoritariamente hombres) se quejan de que las mujeres somos muy "ruidosas" manifestándonos, y argumentan que las mujeres no conseguimos el voto siendo "ruidosas", sino por nuestra inteligencia. Bueno, que se lo digan a Emily Davison, que murió en un intento de protesta por el voto femenino a principios del siglo pasado. O a las sufragistas que quemaban casas de lores y políticos. O a Clara Campoamor, cuya voz fue lo suficientemente "ruidosa" para convencer del voto (aunque hubiera intenciones políticas detrás); o a Dolores Ibárruri. Mujeres que alzaron la voz, mucho, que molestaron, que ofendieron, que gritaron e hicieron RUIDO.
Sin embargo, hoy en día se premia a la mujer que consigue "vencer al sistema androcentrista" sin ruido, y se castiga a la que usa este último. ¿Por qué? Porque molesta ver directamente cómo el sistema de ideales, conductas y tradiciones, en que se ha creído desde hace siglos, va destruyéndose poco a poco. Molesta ver eso en la cara, es preferible ir en cubierto, de manera silenciosa. Pero, vamos, que al final la lucha es igual de valiosa.
Es admirable, por supuesto, lo que hicieron estas mujeres que "no se quejaron" (permitidme dudarlo). Es también admirable su trabajo constante en los grupos de apoyo para personas negras. Su lucha no fue, tal vez, salir a las calles, sino algo mucho más, quizá, maquiavélico, el silencio.
Por eso quiero aprovechar para recordar que las mujeres, y cualquier otro grupo que ha sido discriminado a lo largo de la historia, luchamos con fuerza cada día, bien sea gritando o callando, y que las dos maneras son igual de válidas. Si molesta el ruido, se hará de otra manera, pero siempre habrá. La lucha es constante y tiene muchas formas.
¿Qué pensáis vosotras?
The Writer
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