Reseña "Bajo la Estrella Polar"
Qué mejor bienvenida del invierno astronómico y de las celebraciones paganas del solsticio de invierno que:
Hola a todos los organismos fabricados a base de largas cadenas de carbono orgánico,
Hoy vengo a hablaros de esta maravillosa novela, totalmente recomendada para este período de bajas temperaturas, manta, chocolate, lluvia o nieve... Primero vayamos con la ficha técnica (tómese de referencia la edición de HarperCollins en España):
Nº de páginas: 672
Editorial: Harper Collins
Año de primera edición: 2016
Idioma original: inglés
Autor: Stef Penney
Continuando con el argumento de la historia: viajamos a finales del siglo XIX con pequeños regresos al siglo XX. Una época caracterizada por los grandes imperios, como el Británico, y por las expediciones. A nivel sociológico, empiezan los movimientos por los derechos; comienzan los primeros tintes del sufragismo y el feminismo. En este panorama, Flora, la protagonista, hija de pescadores balleneros, decide que quiere estudiar Meteorología. Posteriormente se embarca en una expedición hacia Groenlandia, para poder cartografiar la tierra aún desconocida. Ella pisaba esa fría isla una vez al año, cuando el barco de su padre llegaba allí para poder pescar. Así que vuelve muchos años después. En ese viaje, conocerá a un geólogo llamado Jackob (no confundir con el de Crepúsculo). Aquí empieza nuestra historia de amor.
Y más o menos ese es el hilo conductor de la novela. Pero no es lo único. De hecho, la autora usa el encuentro de ambos como la consecuencia de sus decisiones profesionales para mostrar la parte más horrible de la ciencia y las expediciones en esa época: TODO VALE. Durante finales del siglo XIX y principios del XX se desarrolla una tendencia a la preparación de exposiciones, grandes exposiciones, que culminaría a final del siglo pasado. Una muy conocida es la Expo de Sevilla de 1992, pero antes de esta hubo muchas más: eran las Exposiciones Universales -Exposición Universal de Londres de 1862, Exposición Universal de París de 1878, Exposición Universal de París de 1900, Exposición Universal de Sevilla de 1929... Y muchas más. ¿Qué se podía ver en estos sitios? En principio, tenían el objetivo de mostrar los avances científicos y tecnológicos a todas las personas, así como de enseñar objetos, máquinas y demás de otros sitios del mundo. Y en este último hecho está la trampa: la sociedad europea estaba deseosa de ver a humanos de diferente aspecto. Así que solían exponer a personas vivas en jaulas, como un zoo humano...
Cosas así de espeluznantes se vivieron en la época de las grandes expediciones transoceánicas: gente sedienta de reconocimiento por el descubrimiento de algún pedacito de tierra que conseguía dinero, o que era muy rica, y se embarcaba en viajes con un equipo científico que la ayudara. Por no decir que, por supuesto, este equipo estaba compuesto, mayoritariamente por hombres. Así que ya os imagináis a la pobre Flora en medio de semejante percal. Y con esto entraríamos en la otra parte macabra de la sociedad: la desigualdad social, sobre todo entre hombres y mujeres; la falta de derechos de personas LGBT de la época, la obligación de casarse para obtener dinero...
Para mí, este libro es una historia de amor con una gran carga histórica. Se pueden sentir las emociones de la sociedad de la época: la frustración de las mujeres, la necesidad de grandeza de los exploradores, las injusticias sociales para con otros pueblos y etnias, las faltas de respeto, las violaciones, las creencias religiosas y sociales... Se vive en verdad esta novela.
Me queda algo por comentar: casi durante todo el relato, vivimos en el siglo XIX, pero hay momentos en que viajamos al siglo XX que es, de hecho, el presente. Entonces vemos a una Flora anciana, que cuenta a un periodista sus vivencias en las expediciones del siglo pasado. Y es en este asunto donde si empiezo a desarrollar mis pensamientos os destriparé la mejor parte.
Así que tomaos un tiempo estas vacaciones de invierno y leed esta preciosa novela de Stef Penney para desconectar y divertiros.
Hasta la próxima entrada,
TheWriter.
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