Reflexión 14/06/2024: Sobre el triunfo de la extrema derecha en Europa



Los resultados de las últimas elecciones europeas son algo alarmantes, al menos para unas personas, y no solo en España: con la derecha y la extremaderecha avanzando prácticamente tenemos un panorama bastante similar a aquel de entre los años 1930 y 1945. A esto se le añade la baja participación, que apenas sobrepasa el 50%. ¿Qué nos está pasando?

Bienvenidas, estructuras complejas de carbonos orgánico, a una nueva reflexión de este blog. 

Las elecciones europeas han mostrado, una vez más, que el panorama político deja mucho que desea, pero más aún, los votantes. Ya desde hace años me lleva rondando esta idea de que, efectivamente, tenemos en el poder a quienes nos merecemos. Y es que, para comprender tales resultados, no haría falta más que un pequeño entendimiento de la psicología de la población europea actual. Esta reflexión toma este camino, el de la psicología, más que el de la sociología. 

Por qué ha triunfado la derecha no es algo tan difícil de comprender, incluso tiene mucho sentido. La política ya no es buscar lo mejor para cada situación, de forma objetiva y casi independientemente de la ideología, sino de publicidad y estrategias para vender una idea, un grupo de personas. Así que, al final, no tenemos partidos gobernando, con convicciones firmes e ideologías, sino expertos en publicidad que consiguen venderse. Los debates electorales son peleas de gallos, no proponen soluciones, solo saben echar culpas y eludir responsabilidades. Es una forma de conseguir distraer a gran parte de la ciudadanía de los problemas que han causado o que van a causar, de lo que no han solucionado ni van a solucionar, de quitarle importancia a las elecciones, al voto, a los programas electorales. Es una estrategia que lleva utilizándose años: poco a poco han conseguido generar un convencimiento implícito en cada mensaje, en cada dato, en cada actuación, de que la democracia es inútil, de que no vale la pena exigir responsabilidad y rendimiento de cuentas; de que, hagamos lo que hagamos, no obtendremos nada mejor, pero sí algo peor. Así que llegamos al refrán que lo resume todo: Más vale malo conocido que bueno por conocer

El miedo es la estrategia más empleada a nivel político por todos los dirigentes en todos los periodos históricos. El miedo a lo desconocido, al cambio, a que puedan venir cosas peores. Mejor quedarse con lo que conocemos, a pesar de que no nos ayuda ni nos beneficia en absoluto, que abrirnos a otros caminos. Es algo inherente al ser humano, eso del miedo a la novedad y al cambio. Lo vemos también en nuestro día a día: personas conformándose con trabajos malos, con relaciones que no les conviene, solo porque no saben qué puede haber más allá de eso; porque al menos lo conocido, aunque malo, es previsible... Por eso vemos cómo triunfan tan fácilmente dictaduras, partidos, personas, situaciones... Todo. El miedo es la mejor herramienta. 

Así, en un momento de crisis, de inestabilidad, de "exceso de derechos" la derecha ha ganado en una elecciones. Una derecha con programas políticos que tampoco seguirán y con ideas que no ayudarán a la situación. Porque si bien la derecha fue la creadora de las reglas del juego económico, una vez se consiga lo que las personas quieren, volverán a olvidarse de las crisis anteriores, y volverán a votar a los partidos contrarios. Porque en el juego de la política actual el miedo a lo desconocido solo aparece en las crisis, volver a lo que ya se sabe cómo funciona, y luego probar de nuevo otras. Y así en una espiral sin fin, donde las ideologías desaparecen y solo triunfa la estrategia publicitaria basada en el miedo.

Y esa es la Europa que tenemos ahora: una Europa atemorizada por los años de crisis (sanitaria, ecológica, económica, incluso política) ha recurrido a lo ya conocido, a volver a la creadora de las reglas del juego, a pesar de que, muy probablemente, no solucionen más que una sola crisis, y ni eso. 


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