Criaturas X: La Primera Criatura del Amor

 


¿Qué poder tuvo la manzana aquel fatídico día? ¿Es acaso real lo que nos contaron?

Cuenta la leyenda que aún queda un último intento de salvarlo todo... Claro que ahora no entenderéis a qué me refiero. Es por ello que debemos remontarnos eones atrás. La historia que estás a punto de leer ya ha sido contada cientos de veces... Aunque hay un pequeño detalle que siempre ha estado oculto.

La Criatura de la Creación ideó un planeta, cuyas condiciones serían perfectas para lo que ya tenía imaginado: una nueva especie, completamente diferente a lo que ya existía. Hasta ese instante, la Criatura de la Creación había dado lugar a seres impresionantes, con grandes poderes. Muchos de ellos son conocidos por la especie humana: ángeles, descendientes directo de la Criatura de la Creación; dioses y diosas, procedentes de la energía residual de las Criaturas de los Elementos. De estos primeros surgirían muchos otros, especies fantásticas y mágicas, aunque nunca tan poderosas como sus antecesores: hadas, sirenas, sílfides, brujas... De alguna manera, la energía de las Criaturas iba, poco a poco, desvaneciéndose, transformándose en otra menos poderosa. ¿Cuál sería la última especie? ¿Acaso tendría algo de energía para cambiar su alrededor? La Criatura de la Creación decidió adelantarse al tiempo, y creó una especie totalmente nueva, sin ningún poder para controlar el mundo en el que habitara, pero con la suficiente capacidad para entenderlo. 

La tarea no fue fácil: debía conseguir cuerpos, así que tomó el suyo propio; debía otorgar de inteligencia a sus criaturas, pero solo la suficiente para que pudieran permanecer vivas por ellas mismas y evolucionar, como el resto de especies que las Criaturas de los Elementos creaban. Tomó materiales del mundo que había creado en aquel planeta en un rincón del espacio-tiempo, alejado de la Nada. Moldeó con cuidado, durante mucho tiempo, dos cuerpos, para que se complementaran entre sí. A uno lo llamarían hombre y al otro, mujer. Y llamó a su planeta Hogar. 

Si eres un humano y creyente de una de las tantas religiones, quizá ya tengas en mente una idea de lo que sucedió a continuación. No obstante, ninguna de las versiones que has oído cuenta la verdadera razón de todo lo que aconteció en ese planeta. 

Mientras la Criatura de la Creación moldeaba a la perfección los cuerpos, la energía residual de la Nada vagaba por el espacio-tiempo haciendo de las suyas: cambiaba todo a su voluntad, enfrentaba a las Criaturas y las hacía sentir en su consciencia. Eso dificultaba mucho el trabajo y el orden, incluso el caos. Nada era como debía ser y los esfuerzos del resto de Criaturas por contenerla eran en vano. La Criatura de la Creación intentó tomarla, hacerla parte de ella. Y casi lo consigo. Desde ese entonces la energía pareció "desaparecer", pero en realidad se escapó y la energía llegó hasta Hogar, y se coló en el cuerpo de los nuevos seres. Sin embargo solo llegaría a enraizar en uno de ellos, en la mujer.



La Criatura de la Creación no sospechaba nada: todo marchaba bien, sus creaciones coexistían a la perfección en ese nuevo mundo... Al menos al inicio. Pasado un tiempo, la mujer comenzaba a cuestionarse demasiadas cosas, su comprensión del mundo que la rodeaba era mayor que el de su compañero, mayor que la Creación hubiera previsto jamás. En ese momento, la Criatura empezó a sospechar de que algo no iba bien, que no era como debía ser, no seguía sus normas y patrones: fuegos descontrolados, movimiento súbitos de la tierra, grandes olas y tormentas no previstas... Otros acontecimientos siguieron: tras un incendio, la mujer se echó a llorar al ver la destrucción que frente a ella había dejado el paso de las llamas. Sin embargo, el hombre no la acompañó, no sintió. Los temores de la Criatura de la Creación se confirmarían tiempo después cuando la mujer consiguió revivir todo lo arrasado por el fuego, incluyendo algunos animales. Este hecho supondría un verdadero desajuste en el orden de las cosas. 

La Criatura de la Creación intentó contener a la mujer; pretendía devolverla a su estado original, a las materias que la habían creado. Pero no lo consiguió. La energía que se había adentrado en la mujer era más fuerte que la de la Criatura de la Creación y que cualquier otra o ser poderoso, y recuperaba su forma corpórea siempre. En uno de los tantos intentos, la energía de la mujer tomó forma en ira y quemó todo un bosque. Desde ese momento, la Creación se dedicó a observar, a intentar comprender qué era esa extraña fuerza que se había desprendido en última instancia de la Nada. Una vez incluso descendió a Hogar para poder confrontar y ver más de cerca a sus creaciones. La mujer había cambiado y sus ventanas al alma ahora eran de un color violeta intenso y brillante, cuando habían sido marrones y apagados, como los del hombre, quien sí los había mantenido. Cuando los miró, la Creación sintió algo totalmente nuevo, algo que se abría paso a través de ella, y que la cambiaba completamente.

Mientras tanto, el hombre deseaba ferviente lo que tenía la mujer. Intentó, a su manera, quitárselo: la perseguía, la espiaba... Ni él mismo entendía qué le sucedía, hasta que en un momento su compañera le confesó que en él se había quedado una parte de la energía que ella tenía, y que por ello podía sentir en su consciencia. Desde ese instante, el hombre decidió usar esos sentimientos en contra de su compañera: aprendió a confundirla, a hacerla sentir culpa, humillación, impotencia... Y, sobre todo, aprendió a hacer algo que dejaba incluso marcas en el cuerpo de la mujer: cuando ella no estaba consciente, la tomaba y la hacía yacer bajo él el rato suficiente hasta que sintiera satisfacción. Ella se despertaba gritando, aullando de dolor, suplicando a la Creación que lo parara. Pero nunca acudió, avergonzada de lo que allí pasaba, de no saber, por primera vez, qué hacer. 

En su lugar, la Criatura mandó ángeles a parlamentar, a intentar comprender qué sucedía. Nada pudo arreglarse. Durante ese tiempo, la Creación solo podía observar de lejos, ya que cada vez que se aproximaba sentía más y más fuerte. 

Una de las tantas veces en que el hombre dañó a la mujer esta se levantó contra él, lo que despertó su energía. La mujer la dejó fluir a través de ella, sus ojos violetas brillaron en el cielo oscuro, y alcanzó a su compañero, quien, creyendo que no había sucedido nada ya que exteriormente seguía intacto, se rio. Intentó continuar, la atrapó y la sostuvo con fuerza bajo él. Pero nada podía hacer: ya no sentía igual la necesidad imperiosa de yacer con ella. Y así pasó un tiempo: la mujer se dedicaba a cuidar Hogar, ayudando al resto de Criaturas mientras el hombre solo podía sentir odio y celos. La Creación se sintió orgullosa, y a la vez impresionada y atemorizada. Pero no intervino, incapaz aún de comprender qué le sucedía. 

Tras una de las "noches", un esplendor violáceo inundó Hogar.  La explosión sumió el planeta en caos: más movimientos de tierra, vientos huracanados, levantamiento de las olas, fuegos... Ninguna Criatura supo qué sucedía. La Creación consiguió devolver todo a su lugar. Cuando buscó a sus creaciones, solo encontró al hombre: la mujer había desaparecido. Se mandó a todos los seres del espacio-tiempo buscarla, y nunca fue hallada. Lo único encontrado fue un hermoso árbol, el más alto de todos, cuyas robustas raíces sobresalían del suelo; solo la mitad de sus hermanas tenía hojas y establa florecida. Con el tiempo, algunas de las flores se transformaron en un curioso fruto rojo como la sangre.

La Criatura de la Creación ordenó que nada debía tocar el árbol bajo ningún concepto, pues no conocía el alcance del poder que había arraigado en la mujer. Su compañero obedeció, y durante un tiempo todo parecía ir bien, todo según las reglas que habían sido establecidas. Pero el hombre comenzó a sentir algo parecido a una intensa tristeza, una especie de vacío por dentro. Anhelaba tener a otro ser como él, pues con el resto no podía comunicarse. Esta vez, la Creación decidió construir a un organismo a partir del propio material del hombre, otra mujer, pero ligada a él de manera que así se aseguraría que ninguna energía entraría en su cuerpo. 

La nueva mujer se adaptó sorprendentemente bien y no mostró signos de energía. Era menos curiosa que su antecesora y más sumisa, pero lo que más gustó al hombre era que no sentía. Podía yacer sobre ella las veces que deseara y ella no sentiría nunca nada. De alguna manera, era una especie de entretenimiento, un ser solo para él. La Creación lo veía todo, igual que el resto de Criaturas y todas se preguntaban qué había de mal en aquello si encajaba perfectamente en los patrones del universo, pero ninguna intervino. De alguna manera, ver a la mujer ser una especie de algo inanimado era extraño, aunque eso era lo que la Creación había deseado para la anterior compañera del hombre.

Otro ser también observaba, y, esta vez, sí intervino. La primera mujer no podía seguir mirando a su sucesora permitir lo que a ella una vez le hubo dolido tanto, verla tan indefensa, apenas conectada a su propia consciencia. Así que volvió a Hogar transformada en uno de los seres que las Criaturas de la Tierra cuidaban. Pequeña, aunque bastante visible por su vibrante color violeta, trepó al árbol y desde allí fue poco a poco engatusando a la mujer para que tomara uno de los rojos frutos. Al inicio, la mujer dudaba, no quería hacerlo ya que no estaba programada para ello, pero finalmente cedió el control y mordió la fruta. Cada bocado que probaba le sabía a algo nuevo, algo que se encendía en su interior. Empezaba a sentir. Rabia, ira, tristeza, dolor, fuerza. Cuando terminó el primer fruto quiso tomar uno segundo pero el hombre lo impidió. La lanzó contra el suelo y trató por todos los medios de destrozar el resto de frutos, pero su primera compañera, aún en su forma de animal, lo mordió y le inyectó toda la rabia que había sentido mientras vivía junto a él. La Criatura de la Creación observó todo aquello completamente sorprendida. Siguió al animal por todo Hogar tratando de hablar con ella. Y lo consiguió, pero no obtuvo lo que quería. En vez de disculparse, la mujer, ya en su forma original, la acusó de preocuparse por sus creaciones, de permitir semejantes crímenes, de condenar a uno de sus seres a la sumisión, a no poder decidir sobre su destino. Así, tras tomar el fruto, la ahora mujer había conseguido librarse de los patrones y normas que la guiaban y ahora podía decidir. Podría decidir su destino y podría decidir con quién estar. Eso al hombre no le gustó. Sintió algo extraño en su interior que lo hacía removerse. Inquietud, frustración, incluso temor. Decidió expresar sus emociones a la Criatura de la Creación pero ella lo ignoró, demasiado atenta a la primera mujer...



CONTINUARÁ...

TheWriter.





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