Reflexión 14/10/2025: La doble vara de medir

La doble vara de medir las acciones de hombres y mujeres



Hace unas semanas juzgaron y cancelaron a Ali Hazelwood por una opinión controvertida. Hace unos meses, cancelaron y boicotearon a J.K.Rowling por sus opiniones, y acciones, en contra de las personas transexuales, concretamente, de las mujeres transexuales.

No obstante, hace años que se conoce la verdadera naturaleza de grandes escritores y artistas de todo el mundo y de todo tipo. Sin salir de nuestras fronteras nacionales, el renombrado Pablo Picasso, cuyas obras están expuestas en las galerías más famosas de todo el mundo, fue un maltratador y un machista, con todas sus mujeres.  Y no es el único: se sabe de los <<gustos excéntricos>> del pintor surrealista Salvador Dalí o del polémico casamiento de Woody Allen con la hija adoptiva de una de sus exparejas. Incluso me atrevo a decir los casos de corrupción, malversación de fondos, opiniones tremendamente horrorosas y acoso sexual del actual presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Y, sin embargo, siguen siendo importantes. Las obras de los artistas son veneradas y en absoluto se boicotean. Nunca he oído decir a nadie que no iba a ver El Guernica porque Picasso es un maltratador y un machista. Trump, durante su campaña, así como antes y después, ha realizado comentarios obscenos sobre los cuerpos de niñas y mujeres, está en la famosa lista de Jeffrey Epstein y es un mal empresario, y nadie nunca, consideró que era una mala idea, para la imagen del partido Republicano al meno, que se presentase a las elecciones. 

Si hiciéramos una lista de hombres y mujeres que han sido, según los estándares actuales, moralmente incorrectos, la de hombres sería inmensamente más larga, contando tanto hombres vivos de hoy en día como ya muertos. No se salva ninguno: desde Aristóteles hasta Trump, todos han hecho o dicho algo que hoy en día sería la justificación para borrarlos de la cultura y la sociedad... <<Es que eran otros tiempos...>>. Si la cuestión no es esa. La cuestión es la DOBLE VARA DE MEDIR.


Qué se espera de una mujer

Desde niñas, se nos exige ser perfectas: buena letra, escritura limpia, orden, ayudar en casa, ser empáticas... No hay muchos estudios sobre esto, pero hay pruebas. Basta con preguntar a un hombre cómo eran de exigente cuando era niño y oiremos respuestas muy diferentes a las de una mujer. La mayor exigencia hacia las niñas es la consecuencia de unos altos estándares sociales, que, en realidad, no tienen nada que ver con ser mejores que el otro sexo. Se nos exige más solo para poder ponernos en más aprietos, para que, finalmente, nos sintamos inferiores. La alta exigencia continuada no hace a una niña sentirse más importante, más capaz, sino todo lo contrario. Una niña es trabajadora, es callada, ayuda en casa, atiende en clase, es respetuosa y educada... Un niño es inteligente. Y esas palabras son la consecuencia de una realidad cultural y social que lleva años, siglos, existiendo. 

No es de extrañar, por tanto, que al crecer las mujeres seamos con nosotras igual de exigentes: debemos ser educadas, debemos sobresalir pero no mucho, debemos cuidar y ayudar, debemos ser empáticas, debemos poder con todo, ser moralmente correctas, no nos enfadamos... En cambio, los hombres crecen con otros adjetivos, más directos y que les permiten, aunque estar lejos del escrutinio social, ser más importantes en todas las esferas: inteligentes, valientes, pueden sentir rabia, pueden fallar... 

Esto finalmente lleva a las mujeres a trabajar el doble para llegar a la mitad.

El efecto Matilda

Un ejemplo de cómo el trabajo de las mujeres ha sido sistemáticamente devaluado e infravalorado a lo largo de la historia, y lo sigue siendo, es el efecto Matilda. El término fue acuñado por Matilda Gage y hace alusión a la realidad que vivimos muchas mujeres: lo que es creado por una mujer siempre será inferior a lo que sea creado por un hombre, no porque objetivamente lo sea sino porque culturalmente lo es. Cuando se pregunta por qué no hay mujeres en altos cargos se dice que es porque no son igual de buenas; cuando se cuestiona por qué las obras de una artista son inferiores a las de su análogo hombre se responde que es porque no son igual de buenas; cuando se debate por qué las divisiones femeninas de fútbol no tiene el mismo número de espectadores se contesta que no son igual de buenas. No somos igual de buenas que ellos, somo menos pero hemos debido esforzarnos el doble para llegar a la mitad pero no nos dicen por qué exactamente, con hechos objetivos, algo que sea <<nuestro>> es inferior. Sencillamente lo es. 

El rosa es menos que el azul. 

Jugar con las Barbies es menos que jugar con dinosaurios.

La literatura romántica, el romantasy. es menos que la literatura que no es de ese género (siempre que sea escrita por hombres, claro).

Las películas dirigidas por mujeres nunca serán igual de buenas que las de los hombres.

Lo curioso de todo esto, como he dicho, es que nunca hay una razón objetiva. Solo es porque más mujeres que hombres consumen ese producto. El efecto Matilda, aunque se acuña mucho para la ciencia, también está presenta en toda la sociedad. Este hecho es un sesgo de percepción alimentado por siglos de tradición machista y androcentrista. 

Nuestro trabajo se mira con lupa constantemente. No es, por tanto, sorpresa para nadie, que sea más fácil criticar y señalar a una mujer por una pequeña imperfección que señalar a un hombre por un crimen. 

Esta, señoras, es la doble vara de medir el valor, la grandeza, el error, la importancia, el trabajo, la validez y la moral de las mujeres y hombres. Por desgracia, no se queda ahí. Aunque aquí me limito a señalarla en temas de trabajo y moral, existe en temas de juventud y vejez, en la maternidad y paternidad, en lo sexual... Hombres y mujeres somos diferentes por muchos aspectos biológicos que no podemos cambiar pero este es un aspecto cultural que el feminismo trata de cambiar. 

Si queremos boicotear a J.K.Rowling por lo que está haciendo, ¿no deberíamos quizá hacer lo mismo con todas aquellas personas artistas, hombres y mujeres, que han cometido crímenes? No hablamos de la separación obra-artista, sino de reconstruir nuestra idea de cultura, de revisar nuestros valores y hasta dónde estamos dispuestas a llegar para comprar el libro de una mujer que dará sus beneficios a proyectos de ley que limitan y criminalizan la existencia de algunas personas o de mantener el cuadro de un hombre que maltrató a sus esposas y que, si hoy en día estuviera vivo, le horrorizaría que una mujer tuviera una cátedra en una universidad.






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