Reflexión 05/04/2024: La necesidad de la recompensa
Buenas. Hoy volvemos con una reflexión.
Desde que soy pequeña oigo frases así como "si ganara la lotería...", "si fuera rico...". Y siempre me he pregunto: y luego ¿qué? ¿Podría una persona pasar de tener una jornada laboral de 8 horas diarias a no hacer nada y vivir de rentas, de la noche a la mañana? Hace tiempo escribí un artículo sobre The Good Place y su parecido con Lucifer en cuanto a cambiar y mejorar como personas, pero, en este caso, recurriré de nuevo a la serie, aunque para algo distinto: la necesidad de recompensa. AVISO: Se destripará el final de la serie, así que ni la habéis visto y queréis verla no sigáis leyendo.
Comencemos:
En la serie, los cuatro personajes principales consiguen, tras una odisea, llegar al Lado Bueno, que vendría a ser como nuestro Cielo. En el Lado Bueno pueden hacer todo lo que siempre han deseado: viajar gratis, tener la casa de sus sueños.. No hay que pagar nada ni hay deudas. No hay que trabajar ni estudiar, a no ser que sea lo que se quiere. Es el paraíso, un lugar de infinitas oportunidades... con un tiempo infinito también. Y es ahí cuando nuestros protagonistas se dan cuenta de que sus deseos son más bien finitos, y que, una vez cumplidos, les queda más de una eternidad por delante, por rellenar. Pero ya no saben qué hacer. De hecho, en el Lado Bueno, conocen a varias personas que parecen apagadas y desconectadas de la vida, aburridas. Les cuentan que ya no saben qué hacer, que se aburren y pierden el interés. Entonces se plantea la idea: hacer de lo infinito algo finito. Limitar el tiempo, dar a las personas del Lado Bueno la opción de ir hacia una última puerta de su existencia en el universo, de desaparecer verdaderamente de todos los Lados y unirse al cosmos general. Dejar de existir como una consciencia. Es entonces cuando la vida de las personas residentes en el Lado Bueno vuelve a cobrar sentido y la alegría y las ganas de hacer cosas retornan.
La cuestión entonces era el tiempo. Los seres humanos sabemos que el tiempo en la Tierra es finito, marcado ese fin por nuestra muerte. Después no sabemos qué sucederá. Por lo que en nuestro tiempo en esta forma consciente hemos de aprovechar cada instante, porque tenemos cosas que nos limitan: trabajo, dinero, estudios, compromisos... Cosas que en el Lado Bueno, no tenemos. Entonces en el Lado Bueno tenderíamos a disfrutar de todo lo que siempre hemos querido, pero no sabríamos gestionar ese tiempo infinito, pues el ansia y la ilusión por no tener límites nos haría terminar en un instante, lo que dejaría eternidades vacías de actividades y emociones.
Los seres humanos no sabemos vivir sin la recompensa. Eso es lo que hacía a las personas del Lado Bueno sentirse aburridos y desconectados: el no tener la recompensa. La libertad de disfrutar de todo de forma instantánea y sin limitaciones les provocaba un subidón inicial de adrenalina, lo que los llevaba a hacer todo rápidamente. Tal vez disfrutarían, pero, con un tiempo infinito, se dieron cuenta de que sus deseos finitos no tenían más continuación; de que, una vez cumplida la lista, ya no había más. Una lista que, tal vez, se habría cumplido en 50 o 60 de los años terrestres, cuando los límites mundanos impiden la libertad plena de hacer lo que se quiera. Esa lista que todas las personas guardamos para hacer cuando seamos ricos, cuando no haya que trabajar, cuando pueda viajar... La lista que esperamos cumplir en el Más Allá... ¿Pero de verdad creemos que sabríamos disfrutarla?
La lista no solo son anhelos, son recompensas. La lista contiene todo aquello que haremos cuando podamos, cuando hayamos conseguido otras cosas, como el dinero necesario para hacer ese viaje que tanto tiempo llevamos esperando. Recompensas que, una vez se elimina la parte difícil que es la mundana, dejan de serlo y se convierten en actividades normales, en una especie de disfrute máximo que finaliza en un bajón intenso. Las recompensas diarias, semanales, anuales (ese viaje planeado, el vestido de fantasía que tanto querías, el asiento en el palco en el partido...) son las que nos permiten disfrutar. De alguna manera, las personas nos programamos para disfrutar de esas actividades, pero no, del trabajo o del estudio. Así que, finalmente, entendemos nuestra vida como una especie de letargo pasajero en el que nuestra obligación es trabajar y nuestra recompensa por ese trabajo se presenta en forma de una lista de deseos a cumplir.
Y aunque hablo de deseos que, teniendo en cuenta el mayor limitante mundano, conllevan un gran aporte monetario, muchas cosas de la lista son, más bien, pequeñas recompensas: quedar con las amistades, familiares, autorregalos... Los seres humanos hemos desarrollado esta especie de sistema en que aquello de lo que disfrutamos son recompensas.
Este sistema tiene sus consecuencias: el no saber disfrutar verdaderamente de esas experiencias llegado el momento, el deseo constante de acabar con los límites monetarios y el aburrimiento final cuando se cumple. No sabemos disfrutar. A pesar de creer esas recompensas, no sabemos disfrutarlas cuando llegan, pero tampoco cuando se preparan.
De la serie The Good Place se aprende que los seres humanos necesitamos de la sensación de ser recompensados, de disfrutar de algo que nos hemos ganado, para no caer en una monotonía de total libertad. De cómo el hecho de tener un final (temporal y físico) nos permite, realmente, de ser conscientes de cada momento que reímos. De otra manera, es como si no importara, pues lo que en la Tierra era extraño (un viaje increíble) en el Lado Bueno, ilimitado, se vuelve la rutina. Y cuando lo que más disfrutamos se vuelve rutina, los seres humanos terminamos despreciándolo.
Es por ello que es importante acabar con esa necesidad de crear recompensas, porque la verdadera recompensa es el simple hecho de vivir.
¿Qué pensáis?
TheWriter.
Comentarios
Publicar un comentario