Criaturas XI: El origen de la leyenda de la Criatura del Amor
Eso al hombre no le gustó. Sintió algo extraño en su interior que lo hacía removerse. Inquietud, frustración, incluso temor. Decidió expresar sus emociones a la Criatura de la Creación pero ella lo ignoró, demasiado atenta a la primera mujer...
El hombre volvió enfadado a Hogar y allí vivió con la segunda mujer durante muchos momentos del tiempo. Tuvieron hijos. Se pelearon. La segunda mujer, en cuyo interior no solo vibraban las emociones como la rabia o la injusticia, sino también la compasión y la empatía, lo perdonaba. Sembraron la tierra y la prepararon. Mientras, el hombre se sentía cada vez más frustrado ya que no comprendía cómo, tras tratar de la manera que lo hacía a su compañera, ella no se iba y lo perdonaba. No podía sentir como ella, no podía sentir al completo. De hecho, se sentía incompleto, aun a pesar de tener una compañera hecha a medida para él. La Criatura de la Creación no escuchaba sus lamentos y sus quejas, pues estaba demasiado ocupada observando el viaje de la primera mujer.
La primera mujer, durante ese tiempo, se dejaba llevar por la energía que la había inundado: viajaba por el universo que la Creación había construido. Visitaba los diferentes "Hogares" que había creado. Llegaba, curiosa, preguntaba, observaba y aprendía de los seres que allí vivían. A cambio, ella les hacía sentir. Claro que al sentir no solo experimentaban las <<buenas emociones>>, como la bondad o el agradecimiento, también podían sentir las <<malas emociones>>, aquellas que inundaban al hombre: la rabia, la frustración, la impotencia, la culpabilidad. Algunos pueblos fueron capaces de entender ambas y seguir adelante. Otro pueblos consiguieron aceptar las malas emociones y centrarse en las buenas. Sin embargo, otra parte de los lugares que visitaba sucumbía a las malas emociones y la primera mujer abandonaba esos sitios entre guerras, luchas e, incluso, asesinatos. La Creación no estaba muy contenta, así que intentaba proteger los planetas que pudo de esa extraña energía. Hogar era el más protegido: no quería que se repitiera lo del árbol. No obstante, quedaban ya pocos que escaparan de la influencia de la primera mujer y su energía, así que creó un nuevo planeta, dentro de un sistema, en los confines del universo, en un nuevo espacio-tiempo. Una dimensión exclusiva para los seres que allí vivían. Al igual que hizo con Hogar, la Tierra era ahora hogar de todo tipo de seres. Pero, en vez de crear desde cero a un hombre y a una mujer, permitió que fueran otras Criaturas las que juntaran sus energías e hicieran evolucionar la vida en la Tierra. Seguramente ya sepas el final de esa convergencia de fuerzas.
La Tierra permanecería oculta de la energía durante mucho tiempo, aunque no para siempre. Incluso las Criaturas que una vez hubieron ayudado a crearla desaparecerían. Esto tuvo consecuencias, pero es una historia para más tarde...
La primera mujer ganaba fuerza y poder, y en poco tiempo ya no fue mujer. De hecho, muchos seres la consideraban una Criatura más, aunque no tenían cuál era su energía. Desde luego podía cambiar la materia, ordenarla o desordenarla a su antojo, pero no era una Criatura Oscura o Luminosa; era capaz de gobernar los elementos -agua, tierra, fuego y aire- pero no era una Criatura de ellos. La Criatura de la Creación se preguntaba si podría ser como ella, capaz de crear, pero no. La mujer era poderosa y su energía transcendía las normas y las leyes que tan cuidadosamente la Creación había puesto, pero no podía crear mundos; solo, cambiarlos, trastocarlos. Y podía despertar algo de los seres que habitaban en ellos, algo que ninguna otra Criatura podía hacer: sentir. Era extraño, pues antes de esa energía no existía nada parecido en el universo. No respondía a ningún patrón conocido ni era predecible en su forma de actuar. Así que mientras en Hogar todo se sucedía con cierta inquietud, la Criatura de la Creación perseguía a la mujer, haciendo caso omiso de las quejas del hombre.
El hombre formó algo que llamó en su idioma <<familia>>, con la segunda mujer y sus hijos. Al inicio todo era paz, pero pronto sus sentimientos y los de su mujer. Las peleas eran la costumbre de cada día. La frustración era la emoción predominante. La mujer lo perdonaba y eso solo apaciguaba al hombre durante un tiempo. Sus hijos heredaron los sentimientos, buenos y malos, de la madre y del padre. Así crecieron y las tensiones se hicieron evidentes. Llegado un momento, la mujer desapareció, seguramente con la ayuda de su predecesora. Nunca se supo dónde la llevó, a pesar de la incesante búsqueda de todas las Criaturas. Sin su madre, los niños desarrollaron los sentimientos negativos y era normal verlos enfrentarse. Su padre disfrutaba enormemente, quizá por, primera vez, sentir que alguien más, como él, tenia esas emociones. Pero no fue para bien. El hombre alimentaba el odio y la frustración, y fomentaba la competencia y la separación entre sus hijos, pues era una especie de alivio saber que ellos se sentían peor. A lo largo del tiempo, ya en su adultez, uno de sus hijos mató al otro.
Desde ese instante, todo cambió. La Creación desterró a la familia de Hogar y envió al hombre a terminar su vida en la Tierra y al hijo que sobrevivió lo encerró en otra dimensión, lejos de su madre y su padre. Las mujeres no aparecieron al inicio. La segunda fue en busca de su hijo para saber qué había pasado, para reconducir sus sentimientos, pero no pudo: la brecha era demasiado grande. La primera mujer decidió encarar al hombre y recorrió las dimensiones hasta hallar la Tierra y allí comenzó la lucha. Una lucha que atrapó a la vida del planeta, a las Criaturas y la Creación.
Y es aquí donde la mujer se convirtió en la Criatura del Amor. Y cómo surgió una maldición, y una leyenda, que llegaría hasta el presente.
Resultó que el hombre había desarrollado la habilidad de controlar los elementos a su alrededor, a través de sus sentimientos. Superaba con creces la capacidad de muchas Criaturas y casi igualaba la de La Creación, pero jamás pudo controlar completamente el Amor. Ninguna otra Criatura pudo. El Amor se mantuvo en el interior de la mujer hasta que esta cayó en la batalla, atravesada por todo el odio del hombre. El Amor quedó libre y llenó la Tierra. Afectó con creces a todos los organismos y todas las creaciones que habían surgido. En el futuro, el Amor se escondería en lo más profundo de los humanos, la especie final que evolucionó del resto. Habría hombres y mujeres, pero no serían los únicos, ya que estaban provistos de esa energía primigenia, que fue encerrada en la primera mujer, por lo que podrían ser mucho más que aquellos que vivieron en Hogar. Entre los humanos se mezclaría el hijo del primer hombre, pues fue su <<castigo>> ser espectador de la evolución de la historia de sus compañeros. Pero su historia no será contada en este momento.
La primera mujer murió aquel día. Lo que la Criatura de la Creación experimentó fue algo nuevo. Nunca había sentido algo similar: parecía que el vacío de la Nada se había introducido en ella. La Creación se ocultaría durante mucho tiempo, lo que dejó a la Tierra desprotegida, al antojo del hombre y sin Criaturas que protegerla. Hogar fue el planeta que eligió para esconderse. Su pesar era tan grande que atrajo hacia ella el resto de las Criaturas y las encerró consigo en Hogar. No volvería a la Tierra hasta mucho después y, cuando lo hiciera, descubriría lo corrompidos que estaban los humanos por la influencia del hombre.
En cuanto a la primera mujer, si bien su cuerpo murió aquel día, la energía vital de la que estaba formada no lo hizo, pues se había establecido mucho tiempo atrás que las energía prevalecerían sobre todo, transformándose en vez de apareciendo y desapareciendo. Así que, aunque el Amor abandonara su cuerpo, algo permaneció en ella, algo que hizo que estuviera viva de alguna manera. Esa parte viva, una alma llamarían, fue recogida por la segunda mujer. Juntas viajaron por el universo hasta acabar en otro planeta, donde permanecerían. Con el tiempo, la segunda mujer murió, y su alma también se quedó allí.
El tiempo parecía avanzar, los seres evolucionaban. El universo estaba calmo. O eso parecía.
Mientras la Creación y las mujeres se reponían en sus respectivos planetas, el Amor había creado algo nuevo en el espacio-tiempo. En la batalla se habían liberado muchas energías diferentes, chocando entre ellas, aumentando y anulándose unas a otras, cambiando. Surgió una especie de norma, una singularidad en el espacio-tiempo, una nueva: el Amor encontraría un nuevo cuerpo en el que estar, y arreglaría lo que se había estropeado, la batalla se repetiría...
La leyenda de la Criatura del Amor se perdería al pasar el tiempo. Muy pocas de las creaciones la recordarían. Pero la humanidad no la olvidó del todo. El recuerdo de lo que había sucedido se esparció en historias contadas alrededor del fuego, en rumores susurrados con miedo o asombro. El primer hijo del hombre fue el causante de ello, pero la segunda mujer también visitó la Tierra durante sus últimos instantes de vida y creó una comunidad de otras mujeres que mantendrían viva el alma de la Criatura del Amor. Ellas podrían reconocer y ayudar a la próxima Criatura del Amor, la próxima humana que llevara en su interior la energía.
¿Ganaría el Amor esta vez?
TheWriter.
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